Jorge Wejebe Cobo | Foto: Archivo
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30 Marzo 2024

El 24 de febrero de 1895 se inició la guerra tras años de dura y paciente labor de José Martí, quien supo unir voluntades, superar las divisiones internas en las filas patrióticas  y fundar el Partido Revolucionario Cubano.  

  La contienda comenzó con levantamientos simultáneos en más de 35 localidades de toda la Isla, aunque los máximos dirigentes políticos y militares se encontraban en el extranjero bajo una fuerte vigilancia del enemigo.

   Sin embargo, no todo resultó según los planes que preveían tres grandes expediciones  que partirían desde el Puerto La Fernandina, en la Florida, con centenares de patriotas bien armados que encabezados por Antonio Maceo, Máximo Gómez y Martí desembarcarían de forma simultánea en las costas villareñas, de Camagüey y la región oriental, lo cual fue impedido por una traición que permitió al espionaje español, con la colaboración de las autoridades estadounidenses, ocupar los barcos, armas y avituallamiento.

  Para entonces finalizaba el mes de marzo y el Apóstol comprendió que podía ponerse en peligro la consolidación de la Guerra Necesaria sin la presencia en el campo de batalla de importantes próceres, y escribió al Titán de Bronce, afincado en Costa Rica, quien accedió a anteponer el bien de la Patria y  aceptó venir en una pequeña expedición a la aventura, casi sin armas y recursos organizada por el General Flor Crombet, a pesar de las diferencias personales que tenían.

  La estirpe patriótica de los Maceo se puso a prueba y a pesar de los peligros que tuvieron que arrostrar no dudaron  ante la propuesta de Martí de llegar a Cuba como fuera posible,  y al igual que Gómez y aquellos extraordinarios patriotas cumplieron con su cita con la Revolución.

  El 25 de marzo la expedición que conducía a la manigua a Antonio y José Maceo  partió de Puerto Limón, Costa Rica, a bordo de un vapor inglés bajo medidas de clandestinidad y la integraron alrededor de 20 combatientes que incluían también a  Crombet, los coroneles Agustín Cebreco y Adolfo Peña (colombiano), los tenientes coroneles Silverio Sánchez Figueras, Patricio Corona, Arcid Duverger, José M. Arseno (dominicano) y otros, la mayoría curtidos veteranos de la guerra de los Diez Años.

    Tras arribar el día 29 a las Islas Bahamas, Crombet y otros patriotas  alquilaron una goleta de 13 toneladas de desplazamiento, nombrada “Honor” y después de superar algunas dificultades para conseguir la tripulación zarparon para la Antilla Mayor.

   Durante las primeras horas del primero de abril de 1895, afrontando mal tiempo y ante la posibilidad de ser atacados por un barco español, los expedicionarios decidieron embarrancar la goleta contra la costa arenosa de  la desembocadura del río Duaba, cerca de la ciudad de Baracoa, donde las olas destrozaron la embarcación y a duras penas la abandonaron.

   El desembarco se convirtió en un naufragio, pero solo fue el presagio de la etapa más peligrosa de la expedición, la cual fue perseguida por las fuerzas coloniales y en especial por traidores conocedores de la zona que estuvieron cerca de  acabar con todo el contingente.

   José Maceo se salvó milagrosamente de una emboscada al lanzarse por un precipicio que le afectó seriamente su capacidad de caminar y lo obligó a sobrevivir solo, aislado y sin alimentación  hasta que pudo incorporarse a fuerzas cubanas.

   Por su parte, el Titán de Bronce llegó al campamento mambí de Periquito Pérez el 18 de abril y hasta ese momento menos de la mitad de los combatientes pudieron integrarse a la guerra, ya que la mayoría fueron muertos o prisioneros y entre los primeros se encontró  Crombet.

   Con la llegada de los Maceo  al campo de batalla la insurrección se acrecentó, el entusiasmo de los cubanos se propagó por todo el país,  y se multiplicó cuando  el 11 de abril arribaron José Martí y Máximo Gómez  por Playitas de Cajobabo, en la región guantanamera, no muy lejos de donde lo hiciera la goleta "Honor" con Antonio Maceo y sus compañeros. Se había salvado el inicio de la Guerra Necesaria.