La Habana, 4 oct (ACN) Un experto cubano califica de incierto el origen de la frase "el cordonazo de San Francisco", vinculada al santo y su cordón anudado a la cintura.
Según el sabio Fernando Ortiz, el “cordonazo” parte de una conjunción entre su festividad, el 4 de octubre, y el otoño con lluvias y tormentas, dice el Profesor Luis E. Ramos Guadalupe, coordinador de la Comisión de Historia, de la Sociedad Meteorológica de Cuba.
A eso se suma, añade, la superstición marinera de que al zafar un nudo se desata el viento, cuando ese día, en 1844, cruzó sobre Cuba el huracán de San Francisco de Asís, cuya intensidad se estima en 4 en la escala Saffir-Simpson, con máximo de 5 para medir su intensidad.
En uno de sus comentarios especializados, transmitido a la Agencia Cubana de Noticias, menciona al respecto una medición barométrica tomada “al amanecer” en La Habana, que refiere 963 hPa.
Sin embargo, admite que ignoramos si esa es la mínima absoluta o si hubo un valor menor en horas de la madrugada, inadvertido en medio de la oscuridad y del terror.
Tampoco sabemos si en otra localidad la baja fue más profunda y los daños mayores se debieron al viento, que debió sobrepasar 200 km/h cuando el ojo cruzó sobre Artemisa y Mayabeque.
Las rachas huracanadas alcanzaron a Matanzas y las de tormenta tropical a las inmediaciones de Cienfuegos, recuerda.
Solo en La Habana hubo un centenar de muertes, 2 500 casas destruidas, y en la bahía casi 200 embarcaciones hundidas o averiadas.
Los campos, ingenios y plantaciones de caña y café quedaron devastados.
Trascurridos 180 años, el huracán de San Francisco de Asís permanece entre los más destructivos del siglo XIX cubano.