Las Tunas, 12 may (ACN) Porque “la madre es el ser que más fervorosamente debe reverenciarse”, justo en la principal arteria de la hermosa ciudad de Puerto Padre, en el norte de Las Tunas, se erige un emblemático busto, cual eterno homenaje a las progenitoras cubanas.
Aunque los relatos históricos sobre la primicia de los monumentos construidos con estos fines son diversos, en la Villa Azul de los Molinos adquiere un significado especial, pues sus lugareños lo divisan como un símbolo de protección, agradecimiento y belleza y, defienden el hecho de ser una de las primeras ciudades en rendirle tributo a las madres.
Ubicada en la céntrica intersección de las avenidas Máximo Gómez y Libertad, el busto data precisamente del segundo domingo de mayo -Día de las Madres- de 1946 y fue erigido por suscripción popular a iniciativa de Martín Ayala Polo, en representación de la Respetable Logia “Los Perseverantes” y de la Logia AJEF "Aurelio Miranda".
La obra refleja a una mujer con un bebé en brazos, desde lo sublime y afectivo del acto de la maternidad, en una pieza de 70 centímetros de alto, situada sobre un pedestal de mampostería con placas de mármol y esculpida en piedra de capellanía que le impregna una sutil dureza, característica que la hace perdurable a pesar de su exposición a los efectos del cercano mar que la vigila.
De la autoría del español asentado en Las Tunas, Nicasio Mensa, en el busto puede leerse la inscripción "Puerto Padre a las Madres 1946" y debajo las palabras del Doctor Ayala Polo: “la madre es el ser que más fervorosamente debe reverenciarse”.
Con el paso de los años, la obra se convirtió en parte intrínseca e indisoluble de la identidad de los puertopadrenses; algunos la utilizan como punto de referencia geográfico y otros simplemente la admiran, por su significación emotiva y su encanto en los predios de una ciudad que abraza el ir y venir de sus hijos.
Para beneplácito de los locales, en 2017 el busto fue escenario de una profunda restauración que enmendó el mal estado de la obra, ahora con mayores valores estéticos, pero con la misma esencia y grandeza de esa escultura que recuerda a las madres como el alma y escudo de las familias cubanas.