La Habana,13 ago (ACN) Privilegiados los que vivieron el tiempo de Fidel. Cuando llegaba a un centro escolar o cultural, una industria, un central azucarero, un hospital, y preguntaba al detalle asuntos inimaginables para quienes lo recibían.
Su carisma y saber fueron virtudes admiradas por quienes compartieron algún momento de su vida el mismo espacio, porque hablaba con exacto conocimiento de un juego de pelota, un libro universal, un huracán, la música, el teatro, un proceso fabril, la dieta de la luna, o de las noticias del momento con análisis certeros y hasta proféticos.
Estadista de altos quilates cuando en un podio denunciaba los desmanes en el planeta, donde los que más tienen explotan a los que menos; caballero para reconocer el papel de las mujeres en las varias esferas de la sociedad y defensor de sus derechos en un mundo patriarcal; ese fue el Fidel contemporáneo, que desde una Isla pequeña le cantaba las 40 a los yanquis de enfrente, y dejó claro que no había que dejar “apabullarse”.
En este agosto histórico cuando el mundo vibró por la hazaña de Mijaín López en París, Fidel lo hubiera disfrutado, porque estimuló el deporte en Cuba, igual que abrió senderos al desarrollo de las tecnologías, la ciencia; estuvo al tanto, hasta el último minuto, de cómo buscar mejores vías para seguir, desde la nación pequeña, en medio del mar, desplegando la agricultura, la industria, la educación y la cultura, con las escuelas de arte, el movimiento de artistas aficionados, y promoviendo el rol inigualable de los intelectuales en un proceso transformador.
Cuba vive momentos duros por causas externas e internas; después de la pandemia de COVID-19 todo cambió, los sobrevivientes tuvieron y tienen que enfrentar crisis de todo tipo, y pensar a Fidel constituye aliento para sortear los tiempos y seguir levantándose para el mejor mundo posible, que auguraba siempre con optimismo.
Los cubanos son duros de pelar, la resistencia ante un vecino brutal por tantos años que aboga por la invisibilidad de un país, es más que prueba concluyente; en esa fortaleza, el pensamiento, carácter, sensibilidad y humildad de Fidel, se mezclan con el brío para defender lo que tanto costó, incluida sangre de gente valiosa.
Vivir en el tiempo de Fidel imprime impulsos para que los pasos sean más seguros en el camino. ¡Prohibido está retroceder!