La adversidad que enfrentó Macambo

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ACN - Cuba
Dianelis Díaz Bueno | Foto: Lorenzo Crespo Silveira
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27 Octubre 2024

Guantánamo, 27 oct (ACN)  Si no hubiera estado allí no habría captado la verdadera magnitud de la tragedia, las pantallas de los teléfonos nos han vuelto espectadores distantes, pero las afectaciones del huracán Oscar en San Antonio del Sur se quedan grabadas en el alma.

   Aún en las orillas de las calles son visibles  equipos electrodomésticos, colchones, muebles y ropas de sus habitantes, a la espera del sol que seca, todo sumido en el color del lodo que habla de las lluvias torrenciales.

   No nos detuvimos ahí, en el barrio de Acopio, la Unidad Constructora Militar Banes, de Holguín, trabajaba sin descanso con aplanadoras y retroexcavadoras en acción, compactaban la tierra y nivelaban el terreno, mientras trazaban un desvío hacia Macambo, nuestro destino, porque el paso habitual quedó destruido.

   Entramos al poblado, de una extensión de tres kilómetros y poco más de 900 habitantes, ubicado en la parte este de San Antonio y que colinda con el municipio de Imías y las aguas del Mar Caribe.

  El eco de un camión resonaba como anuncio de esperanza; la llegada de alimentos cocinados era más que una simple entrega, era un símbolo de que la vida comenzaba a retomar su curso tras las dificultades.

   Las ofertas disponibles de la tarde eran arroz y croquetas y un hombre en bicicleta pregonaba la llegada de alimentos, la información pasaba de boca en boca, la única forma de comunicación.

   En una vivienda expendían algunos productos de la canasta familiar normada, no era una bodega, la verdadera quedó destruida y en su lugar se utilizaba esa morada que resistió los embates de Oscar.

   Eduardo Matos Matos, delegado de la circunscripción 15 conversaba sobre la situación en la zona, la cual abarca a 615 electores, y en conjunto con el administrador de la bodega, el dependiente y un colaborador, vendía la mercancía a los consumidores.

   La venta fluía rápido, solo quedaban entre cinco y 10 viviendas por recibir los productos.

   El administrador de la bodega 104, Yoanni Legrá Brion, compartió su jornada extenuante, desde la una de la madrugada buscó los productos alimenticios normados y después de tres horas de arduo bregar logró traerlos al pueblo.

  Sin tiempo para el descanso, a las seis de la mañana ya estaba listo para comenzar la distribución con previo aviso a los pobladores para agilizar el proceso.

 Todavía hablaban de aquel fatídico 21 de octubre, en que  Ofelio Vera, Felo como todos llaman al dependiente que ofreció su casa como bodega improvisada, se acostó a dormir sin comunicación alguna y confiado en que las lluvias no serían más que un mal recuerdo.

   Sin embargo, al despertar en la madrugada se encontró rodeado de agua; con un teléfono como única fuente de luz, su instinto lo llevó a resguardarse junto a los suyos en lo alto de la casa y utilizó una viga de la vivienda como soporte ante la crecida.

   La angustia lo acompañó hasta la siete de la mañana y al salir a la carretera, sintió alivio al ver a los vecinos a salvo.

   Su nieta Annalie Rodríguez Pineda, una adolescente, me cuenta triste que después subieron a la loma porque ya no estaban seguros en lo alto de la casa y se asustó mucho.

   También narró su historia Orlando Iboró Gamboa, de 48 años y  conocido como Macho, chofer de Comercio devenido dependiente colaborador de la bodega,  el cual se convirtió en un héroe esa noche.

  Me avisaron rápido a la casa a gritos, Macho, corre, que el río está ahogando a toda la gente en el caserío, recordó.

  Sin pensarlo se lanzó al rescate con un grupo de valientes  y cuenta que se amarró una larga soga a la cintura, mientras los demás aguantaban la otra punta desde la carretera, en momentos en que el agua le llegaba a la rodilla y los relámpagos iluminaban el cielo, pero los gritos de auxilio de las personas eran más fuertes que su miedo.

   Desde la una de la madrugada hasta las nueve del día anduvo en busca de vecinos, gracias a lo cual,  rescató a cinco familias enteras y las evacuó en su casa en alto.

   En Macambo unas 15 viviendas quedaron destruidas totalmente y otras tuvieron daños significativos, la familia de Macho lo perdió todo, la de Felo y Annalie también enfrentaron pérdidas significativas: ropa, equipos electrónicos, cultivos de plátano.

   Ahora se abocan a la recuperación, higienizan el barrio, esperan las pipas de agua, llegan los recursos más vitales, instalan un puesto de mando, piensan en la reconstrucción de sus casas, algunas aún resentidas desde el huracán Matthew en 2016.  

      Este pueblo se aferra a la esperanza y al trabajo conjunto, saben que el camino hacia la normalidad será largo y, a pesar de los desafíos, están dispuestos a recorrerlo unidos, ante la adversidad que enfrentó Macambo.