Nueva Gerona, 18 nov (ACN) El amor por el magisterio ha sido una constante en la vida de Yainelys Breña Hernández, quien asegura que no se imagina en otra profesión porque desde muy niña siempre soñó verse impartiendo clases.
Jugar a “la escuelita” fue la primera forma de expresar mi amor por la docencia. Aunque disfrutaba también de otros retozos, ese siempre era para mí el favorito y la fijación de ser maestra no cambió con el tiempo, por eso cuando me gradué de preuniversitario, tuve muy clara mi vocación, comentó.
Manifestó sentirse realizada cuando hizo sus primeras prácticas con estudiantes de secundaria. Esa experiencia le ratificó la decisión de dedicarse a la pedagogía.
Es cierto que el día a día en el aula tiene sus desafíos y a veces algunos sinsabores, especialmente, cuando no cuentas con el apoyo de algunos padres, pero las satisfacciones siempre son muchas más, refirió convencida.
Expuso que este es su segundo curso como directora de la Escuela Pedagógica Martha Machado Cuní, donde el reto es doble porque no solo debe garantizar un aprendizaje profundo y consciente de los estudiantes sino también potenciar en ellos el amor por la profesión.
La satisfacción mayor para un maestro es ver a quienes fueron sus alumnos convertidos en hombres y mujeres de bien, por eso dedico tiempo a la superación para impartir clases de calidad, además de conversar con mis estudiantes, aseguró la también Máster en Ciencias.
Resulta enriquecedor escuchar las opiniones de los muchachos, expresados desde su óptica porque eso indica hacia donde debes dirigir los esfuerzos, además ese intercambio nos retroalimenta y sobre todo ayuda a mejorar como persona y como docente. No tengo dudas. Elegí la mejor profesión, concluyó la joven.