La Habana, 27 nov (ACN) Acompañados por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y Presidente de la República, miles de jóvenes protagonizaron hoy la tradicional peregrinación en ocasión del aniversario 153 del fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina por el colonialismo español.
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En la marcha, comprendida entre la Escalinata de la Universidad de La Habana y el monumento que rememora el vil asesinato, ubicado en Prado y Malecón, estuvieron presentes también Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central del PCC, Meyvis Estévez Echeverría, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, entre otros representantes del Partido, el Gobierno y las organizaciones de masas y estudiantiles.
Ricardo Rodríguez González, presidente nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), se refirió al dolor que despiertan estos hechos que alcanza a la juventud cubana del presente y su voluntad de protestar ante cualquier injusticia semejante.
Afirmó a los que pretenden doblegar a la nación cubana y entregarla al proyecto antimartiano del servilismo, que a ello se opondrá esta misma juventud que rinde honor a sus muertos y no olvida la crueldad del crimen y sus ejecutores.
Nos convoca la historia de esta escalinata revolucionaria y cómplice siempre del movimiento estudiantil cubano y tribuna de la condena contra las injusticias como el bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos y el genocidio sionista en Palestina, agregó.
Para Diana Duhaldeborde, estudiante de segundo año de la Facultad de Ciencias Médicas del Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Comandante Manuel Fajardo, esa página particular de la historia de la isla reafirma el rechazo de las nuevas generaciones a las injusticias, tanto las ocurridas hace cien años como las actuales.
Como futura doctora expresó la disposición de rendir tributo con su proceder profesional a la memoria de los caídos entonces y resaltó con orgullo cómo este sentir se expande con la vocación humanista, solidaria e internacionalista del proceso revolucionario, encarnada en sus galenos.
El 24 de noviembre de 1871, alumnos del primer curso de Medicina esperaban en el Anfiteatro Anatómico la llegada de su profesor Pablo Valencia, quien debía impartir una clase, pero al enterarse que demoraría, varios de ellos se dispusieron a asistir a las prácticas de disección del doctor Domingo Fernández Cubas.
Según apuntes históricos, algunos entraron en el cementerio, ubicado cerca de la escuela, y recorrieron sus patios, pues la entrada no estaba prohibida, y uno de ellos, Alonso Álvarez de la Campa, tomó una flor que estaba delante de las oficinas del cementerio, lo cual provocó la ira del celador, nombrado Vicente Cobas.
Cobas los acusó de rayar el cristal que cubría el nicho donde reposaban los restos del periodista español Gonzalo Castañón, director de La Voz de Cuba, vocero del cuerpo de voluntarios, que había sido ultimado por un patriota cubano en Cayo Hueso.
Los estudiantes fueron apresados y procesados en un juicio sumarísimo, pero el fallo no fue aceptado, y se realizó un segundo juicio donde se determinó condenar a los jóvenes a la pena máxima, mientras otros tres jóvenes fueron escogidos al azar para colmar las exigencias de sangre de los voluntarios.
Los ocho estudiantes condenados a morir fueron conducidos tres días después, el 27 de noviembre de 1871, hasta la explanada de La Punta, donde se llevó a cabo la ejecución, considerada uno de los crímenes más atroces cometidos en la Isla por el colonialismo español.