Bayamo, 26 jul (ACN) Una representación de jóvenes, como símbolo de continuidad, evocaron hoy, en esta histórica ciudad, el asalto al otrora cuartel Carlos Manuel de Céspedes, hecho acaecido hace 71 años, en acción simultánea a la del “Moncada”, en Santiago de Cuba.
Encabezado por las máximas autoridades políticas y gubernamentales de la provincia de Granma y el municipio de Bayamo, el tributo a los protagonistas de la epopeya inició con la colocación de una ofrenda floral ante el busto de Antonio (Ñico) López, uno de los líderes del trascendental suceso que estremeció al país, el 26 de julio de 1953, fruto de la valentía y el arrojo de la llamada Generación del Centenario.
Justo en el emblemático parque museo que ahora lleva su nombre, las 5 y 15 de la madrugada volvió a ser hora para la lealtad, el compromiso y la rebeldía, cuando representantes de las nuevas generaciones reeditaron simbólicamente el ataque.
Lo mismo ellos, de verdeolivo, como los presentes, en su mayoría vestidos de rojo, ratificaron la decisión de defender la Patria, la Revolución y los ideales de libertad y justicia social, demostrando que los mártires de aquella gloriosa mañana de la Santa Ana no murieron en vano.
Para nosotros es un honor y deber insoslayable, volvernos a comprometer frente a los que nunca dejaron caer el arma de combate, y la empuñaron con valor y arrojo hasta alcanzar el triunfo, subrayó Yaritza Jerez Cabrera, primera secretaria del Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas en Granma.
Como los sobrevivientes del 26 de julio, quienes a pesar del dolor no se lamentaron nunca, ni fueron a llorar por los rincones, los bisoños del presente no claudicaremos jamás, y al gobierno de Estados Unidos reiteramos que ¡seguimos en combate!, afirmó.
El antiguo cuartel Carlos Manuel de Céspedes o Guarnición de Bayamo fue atacado por 20 jóvenes, de los cuales uno resultó herido en la acción, y 10 perecieron asesinados posteriormente a manos de efectivos de la tiranía pronorteamericana de Fulgencio Batista.
La historia narra que los demás escaparon del crimen, sobre todo, gracias a la solidaridad valiente y desinteresada de numerosas familias de la Ciudad Monumento Nacional y sus alrededores.