La Habana, 12 feb (ACN) Vuelve febrero a marcar de luto a la Trova Cubana, la que llega desde Pepe Sánchez, Manuel Corona, Sindo Garay, Miguel Matamoros, hasta Noel Nicola, Vicente Feliú, Pablo Milanés, Sara González, Alberto Tosca, Santiago Feliú, Marta Valdés y tantos otros, demasiados otros.
Vino la parca ahora por Eduardo Sosa, cuya voz límpida marca una generación en la canción de autor en Cuba, el guajiro de la montaña que guitarra en ristre conquistó el corazón de muchos y caló con su verbo fino, contemporáneo, sin dejar atrás a los ancestros que fundaron la trova.
En poco más de una semana el estado de salud de Sosa era seguido por miles desde varias latitudes, se unieron cubanos de todas partes para preguntar por el Compay, múltiples mensajes llegaron por las redes sociales, energías buenas para el trovador santiaguero que luchó duro por su vida.
Este miércoles Cuba amaneció con la noticia triste, irreversible realidad que cuesta creer, aceptar, sobre todo cuando el rostro de Sosa, se ve en un ánfora. No cabe ese hombre en ese espacio luctuoso y pequeño, no cabe su espíritu de juglar, su humanidad.
Archivos fríos de la computadora lo muestran alegre en Matanzas, cantando en la Peña Trovadores y Punto, a donde llegó de los primeros, allá en el año 2013, en Casa de las Américas, en los Festivales de la canción política, en Holguín y sus Romerías de Mayo, en Entre Manos, o en la casa de la trova Pepe Sánchez, de la indómita ciudad, sitio icónico que le rinde tributo y a donde llegaron ofrendas de Cuba toda.
De la obra y la vida de Eduardo Sosa, de su alegría y su música, de su humor criollo y patriotismo se habla desde hace días en todas partes, y seguirán contando los que lo conocieron, los que un día lo vieron cantar y aplaudieron, aquellos que lo acompañaron en la Cruzada Teatral, tal vez su último viaje, o en el encuentro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) después del X Congreso, por allá andaba, con la mochila cargada de sueños.
Trovador, aparecen en los medios de comunicación las noticias, la multitud en Mayarí que fue a dar el adiós que no querían, los que se desvelaron esta madrugada esperando un parte médico esperanzador, quienes cantaron y compartieron escenarios diversos.
En Santiago de Cuba quedará su alma, una guitarra debiera permanecer en la tumba bajo el cielo azul, porque Compay, usted seguirá cantando.