La Habana, 5 dic (ACN) Este 5 de diciembre celebramos la vida y la gloria de Luis Giraldo Casanova, el "Señor Pelotero", cuyo nombre resuena como un canto en la vasta eternidad del béisbol cubano.
Nacido en Pinar del Río, su destino quedó trazado por los diamantes que, bajo su ingenio, se convirtieron en teatros de proezas inolvidables y elevaron su nombre a la inmortalidad.
Llamado también «Capirro» o «Capitán», es considerado uno de los mejores peloteros de todos los tiempos por una combinación excepcional de talento natural, versatilidad, consistencia y logros en los escenarios más exigentes del béisbol.
En Series Nacionales, Casanova acumuló estadísticas sobresalientes a lo largo de su carrera. En 17 temporadas, registró un promedio de bateo de 3.23, conectó 313 jonrones e impulsó mil 70 carreras, cifras que destacan su capacidad para ser determinante en los momentos clave.
Su versatilidad se puso de manifiesto al desempeñarse en varias posiciones, sobre todo como jardinero derecho, desde la cual exhibió un brazo potente y una habilidad defensiva excepcional, con un promedio de fildeo de 9.80.
Además, su impacto no solo se limitó al juego en sí, sino también a su capacidad de liderazgo al inspirar a compañeros y aficionados.
Su actuación en la Copa Intercontinental de 1981, donde ganó la triple corona de bateo, es un logro histórico que demuestra su calidad para rendir al más alto nivel en torneos internacionales.
Esta leyenda representó a Cuba en múltiples competiciones: fue pieza clave para su equipo en la era dorada del béisbol al ganar seis Campeonatos Mundiales, cinco Copas Intercontinentales, dos Juegos Panamericanos y dos Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Considerado uno de los mejores jugadores del mundo durante su tiempo, lo compararon incluso con estrellas de las Grandes Ligas por su nivel técnico y físico.
Era conocido tanto por su poder como por su habilidad para colocar la pelota en juego y era temido no solo por su bate, sino también por su brazo, que podía eliminar corredores con precisión y fuerza, aspectos que lo convirtieron en una amenaza constante y en un jugador decisivo en situaciones críticas.
Pese a no haber jugado nunca en la Gran Carpa, muchos expertos estiman que por su talento habría brillado en el más alto nivel del béisbol profesional. Se le considera comparable a figuras como Roberto Clemente, tanto por su habilidad ofensiva como por su excelencia defensiva.
Casanova no solo fue un jugador extraordinario; su carácter, humildad y amor por el béisbol lo convirtieron en un ícono para generaciones de peloteros cubanos. Su sobrenombre, "El Señor Pelotero", encapsula su respeto y relevancia en la historia del deporte cubano.
Por esas razones es un símbolo de excelencia, un modelo de lo que representa el deporte y una figura eterna en la memoria deportiva de un país.
Cuando su nombre se menciona, el eco trae consigo ovaciones, recuerdos y respeto. Luis Giraldo Casanova no solo fue un pelotero, sino también un poeta del diamante, un arquitecto de victorias y un ícono que aún inspira a nuevas generaciones.
Felicidades, Señor Pelotero. En cada bateo, cada atrapada, y cada aplauso perdido en el viento, sigue vivo tu legado inmortal.