La Habana, 15 dic (ACN) Entre los 10 mejores atletas del año en situación de discapacidad se encuentra hoy Yunier Fernández, un guerrero en silla de ruedas que ganó la medalla de oro en París 2024, convirtiéndose en el primer cubano en lograr la distinción en el tenis de mesa paralímpico.
En el corazón de Guanajay, Artemisa, nació hace 42 años el niño que sin saberlo, estaba destinado a escribir una página dorada en la historia del deporte cubano.
Desde temprana edad, su espíritu inquieto lo llevó a explorar diversas disciplinas: béisbol, judo, boxeo y tenis de campo. Sin embargo, fue el tenis de mesa el que capturó su pasión, guiado por el profesor Martín, quien supo ver en él cualidades excepcionales.
En el umbral de su juventud, un trágico accidente cambió su vida para siempre: una lesión en las vértebras cervicales lo dejó sin la capacidad de caminar, pero lejos de rendirse, encontró en el deporte adaptado una nueva razón para vivir y superarse.
Su trayectoria en el paratenis de mesa es un testimonio de perseverancia y excelencia. Desde su debut internacional en los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007 donde alcanzó una medalla de plata hasta su consagración con el oro en Lima 2019, demostró ser un competidor incansable.
Los quintos lugares alcanzados en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008 y Tokio 2020, fueron solo el preludio de su mayor hazaña.
Después de batir a su rival inglés en la final de la cita estival de la capital francesa, Yunier suspiró y con el pecho apretado y el corazón hirviendo tocó al fin el metal dorado.
Las frustraciones y los sacrificios volaron como palomas asustadas, rompieron las notas del himno nacional, las puertas del Olimpo cayeron sobre la arena y el Guerrero de Guanajay se elevó con su silla de ruedas a la inmortalidad.
Yunier Fernández no solo es un atleta destacado; es un símbolo de resiliencia y valentía. Su vida, marcada por desafíos inimaginables, se convirtió en una epopeya personal donde la voluntad de vencer lo llevó a trascender las limitaciones físicas y los límites deportivos.
De carácter fuerte y disciplinado, posee una personalidad que combina la paciencia estratégica del ajedrecista con la ferocidad de un guerrero en la batalla. Su optimismo y capacidad para reinventarse lo han convertido en un ejemplo de superación para sus compañeros y su comunidad.
A pesar de las cicatrices que dejó el accidente en su cuerpo, nunca permitió que afectaran su espíritu combativo. Determinado y tenaz, entiende que cada victoria comienza con un desafío y que cada caída es una oportunidad para aprender y fortalecerse.
En las mesas de juego, su mirada se fija como un halcón, observando cada movimiento del contrario con la precisión de un estratega. Pero fuera de ellas, es cálido y accesible, mostrando que un verdadero guerrero no solo triunfa, sino también inspira.