La Habana, 1 oct (ACN) A diferencia de muchos países del mundo, además de estar sometida a un recrudecido bloqueo estadounidense, Cuba no pertenece a ningún mecanismo financiero del cual reciba créditos, en tanto la escasez de divisas dificulta a diario mantener y desarrollar sus programas y conquistas sociales.
Ante la compleja y tensa situación económica y financiera que atraviesa la Isla, urge diseñar un proyecto que haga sostenible un asunto tan estratégico y moral como el pago de la deuda externa, en los plazos acordados, lo cual contribuirá a una mayor inserción internacional de su economía y credibilidad entre los Estados e instituciones acreedoras.
Aunque el Banco Central de Cuba (BCC) lo lidera, el aporte y comprometimiento de varios organismos y entidades -incluyendo la academia- le aporta integralidad y consenso.
Así se demostró en una reunión el sábado, en esta capital, del Consejo Interinstitucional que analizó el tema en presencia de Alejandro Gil Fernández, vice primer ministro y titular de Economía y Planificación (MEP).
Los procesos de renegociación en que cada año el país se ve envuelto, para revertir la situación del endeudamiento, aconsejan que cuanto se haga esté en sintonía con los planes de la economía aprobados y la política crediticia.
También porque a diario, con la poca moneda dura disponible, hay que garantizar el pago de la canasta familiar, del combustible, de la energía, de los medicamentos y otros bienes y servicios importados, de por sí escazos, vitales y hoy a más altos precios, subrayó el Vice primer ministro.
Gil Fernández reafirmó además, que los financiamientos deben invertirse en proyectos que tributen ingresos al país y que resulta necesario resolver las insuficiencias aún presentes en el proceso inversionista.
Si hasta ahora importantes fuentes de ingresos como el turismo y las remesas ven reducidas sus aportes en comparación con años atrás, se impone recurrir a cuantos nichos de financiamientos sean posibles, entre éstos incentivar la inversión extranjera y las exportaciones, se dijo en el encuentro.
Dado que cualquier incumplimiento de los planes en el comercio exterior complejiza la situación, se hace imprescindible la participación de las entidades u organismos productores, es decir, no seguir viendo la gestión del cumplimiento de los compromisos internacionales financieros como un problema sólo del Estado o del sistema bancario.
Al calor del debate que suscitó la presentación por Yamilé Berra Cires, vicepresidenta del BCC, del proyecto Sostenibilidad de la Deuda Externa, Gil Fernández aclaró que éste no responde a una coyuntura, pues se requiere enfrentar ese proceso como parte de transformación estructural de la economía.
Por ello es válida la idea ofrecida por la funcionaria del Banco Central de lograr con las contrapartes acreedoras la inserción de Cuba en mecanismos de financiamiento innovadores, por ejemplo, dirigidas al cuidado del Medio Ambiente, a incrementar la seguridad y soberanía alimentaria y las capacidades de determinados sectores sociales, así como a perfeccionar la Gobernabilidad local.
Varios expertos recordaron que no pocas naciones de América Latina han pasado - y atraviesan- por crisis con el pago de sus compromisos con bancos y naciones acreedoras, y entonces recurren al Fondo Monetario Internacional en busca de préstamos pero bajo las condiciones que éste les impone.
La posibilidad de efectuar operaciones con terceros a fin de obtener ingresos cuyo destino en parte sea para pagar deudas, e implementar nuevos mecanismos financieros no utilizados hasta el momento, como la emisión de títulos y los llamados swaps de deuda, son de las propuestas hechas para enriquecer el proyecto en cuestión.
Los Lineamientos 61 y 62 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el 8vo. Congreso de esa organización, señalan continuar el proceso de reordenamiento de la deuda externa.
En tal sentido subrayan hacerlo aplicando una estrategia integral que implique el uso de herramientas financieras para garantizar el cumplimiento de los compromisos, contribuir al desempeño creciente y sostenido de la economía, así como al acceso a nuevos financiamientos.
También plantean establecer como límite de financiamiento externo, la capacidad que tiene el país de enfrentar sus obligaciones a partir de los ingresos que es capaz de generar.