La Habana, 5 feb (ACN) El Parque Científico Tecnológico (PCT) de La Habana llegó a sus primeros cinco años de existencia y de un trabajo sostenido en el tiempo para impulsar el desarrollo del país mediante la aplicación de la ciencia y la innovación.
Rafael Torralbas Ezpeleta, presidente del PCT capitalino, expresó a la Agencia Cubana de Noticias que una instalación de este tipo hay que verla desde la óptica de un equipo que gestiona un ecosistema donde se desarrollan soluciones.
Se trata de un espacio en el cual confluyen los proyectos y las nuevas empresas, y que permite conectar al sector del conocimiento con el productivo y de los servicios, en función de que una idea innovadora pueda evolucionar y llegar al mercado, añadió.
Nacido el 4 de febrero de 2020, el PCT habanero fue pionero en su tipo en Cuba y forma parte de las proyecciones de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) desde el surgimiento de esta casa de altos estudios en 2002.
Hoy esta experiencia se enclava en el campus de la UCI y vela por potenciar la innovación, el desarrollo y la investigación, propósitos para los que se creó.
Para Torralbas Ezpeleta no basta solo con la aplicación de la ciencia sin lograr un resultado de impacto, lo que se traduce en poner la investigación en función de lograr un producto novedoso para el beneficio colectivo.
Un parque científico tecnológico —cuyos orígenes se remontan a los años 50 del pasado siglo en la Universidad de Stanford y Silicon Valley, en los Estados Unidos—, sirve para acelerar resultados, proporcionar bienes y servicios y acercar a profesionales a este sistema de innovación, anotó.
Estos espacios permiten conectar dos mundos que a veces van por separado, como el académico y el productivo, pues la idea es que las empresas que se incuben dentro del PCT beban de la experiencia de la universidad para dar una solución a un sector específico y resolver determinadas problemáticas, explicó.
Refirió que el parque promueve las empresas de base tecnológica, pues son las menos representadas en el tejido empresarial del país.
Cuba debería revertir esa situación porque hoy el ingreso de divisas en esa rama descansa solamente en el sector biofarmaceútico, sin embargo la prestación de servicios de alta tecnología aún tiene mucho que aportar a la economía nacional, enfatizó Torralbas Ezpeleta.
Desde dicha perspectiva se puede contribuir a impulsar el desarrollo, incrementar las exportaciones y crecer en soluciones de esa índole que son transversales a otras esferas como la salud, la educación, la industria, el transporte, la energía y la alimentación.
El PCT centra su trabajo en las tecnologías de la información y las comunicaciones, pero influye en otras ramas, por ejemplo la realización de software de salud, pasarelas de pago para el turismo y la automatización de procesos industriales, por solo citar algunos casos, puntualizó su presidente.
Subrayó, en ese sentido, que el parque arropa a todos los actores de la economía con propuestas atractivas y se convierte en semilla para el nacimiento de nuevas empresas y la incubación de otras de tipo tecnológicas.
Las cifras presentadas por los directivos de la instalación revelan que el PCT habanero posee un centenar de proyectos y 30 entidades de base tecnológica incubadas, a los cuales se vinculan alrededor de mil 100 profesionales, en su mayoría jóvenes.
Esa experiencia se internacionaliza a través del vínculo con otros ecosistemas de su tipo en el mundo y con la captación de más de 18 clientes extranjeros y el asentamiento de la entidad EMSI FARMA en el Parque Científico de Alicante, España.
Aún no nos satisface el hecho de contar con un volumen importante de proyectos en la esfera alimentaria para llegar a resultados palpables, pero creo que con la experticia de varios centros de investigación del país se podrá lograr esa meta, reveló Torralbas Ezpeleta.
El enfoque en 2025 está también en la búsqueda de soluciones en materia de energías renovables para ayudar al cambio de matriz energética que demanda Cuba.
Pasado un lustro de intenso trabajo, el calendario, según Torralbas Ezpeleta, vuelve al punto de arrancada para proyectarse al futuro inmediato.
Lo que hemos logrado durante estos cinco años con la incubación de proyectos y empresas necesita sostenerse en el tiempo, pero es preciso, además, crecer de manera estratégica, siendo más selectivos con las propuestas que constituyen ideas verdaderamente innovadoras, para que los resultados impacten, dijo el entrevistado.
Aunque no se elijan las iniciativas de quienes se nos acercan, es importante el intercambio de saberes y experiencias que se genera, acotó.
Sucede así con el concurso Mi idea 3CE —que llegará a su tercera edición—, donde clasifican y ganan 20 de más de 60 proyectos que se presentan y socializan su trabajo con expertos que lo valoran y aportan recomendaciones.
Los jóvenes finalistas participan en un campamento que deviene en experiencia de análisis e impulso a sus propuestas, para que establezcan acuerdos de trabajo con otras empresas incubadas en el parque.
Creación, crecimiento y competitividad son las premisas que tiene esta institución necesaria para la innovación y, en consecuencia, el desarrollo de la mayor de las Antillas.
La Asociación Internacional de Parques Científicos y Áreas de Innovación tiene presencia en más de 80 países, independientemente del desarrollo socioeconómico de cada nación.
Además del PCT de La Habana, Cuba posee otros dos espacios de esta índole: uno en Matanzas, enclavado en la universidad de la occidental provincia, y el otro en Villa Clara, vinculado a su polo industrial.