Yaguajay, Sancti Spíritus, 22 nov (ACN) Cuando el coche tirado por el caballo corona la pequeña subida del terraplén, casi a las puertas de la comunidad de Júcaro, en esta localidad de la provincia de Sancti Spíritus, la voz del cochero es un llamado de atención que señala a la plantación del “Guayabo”, toda una isla en medio de tanto mar de maleza.
Hasta hace poco tiempo fue sólo un palmo de tierra plagado de marabú, pero hoy es una parcela de unas cinco hectáreas, donde la comida señorea, sorprende en forma de saludo Aníbal García Cabrera, el campesino que cultiva la tierra perteneciente a la Unidad Empresarial de Base Comercializadora, de la Empresa Agropecuaria Obdulio Morales, del norteño municipio espirituano.
De forma compacta, aquí sobresalen cultivos de boniato, maíz, fruta bomba, calabaza, melón y pepino, con una cultura agraria que revela tradiciones, experiencias y mucho trabajo en cada espacio de la finca.
En declaraciones a la ACN, García Cabrera subrayó cómo después de la batalla contra el marabú, emprendió otra contra el Don Carlos, una gramínea abundante en estos suelos que se convierte en una pesadilla para las plantaciones y el productor, apuntó.
Todo el que pasaba por esta zona me decía que estaba loco, recordó Aníbal, sin embargo, apenas me detenía y ya le tengo tomada la ventaja, es bien escasa y estoy casi al extinguirla de este pedazo de tierra.
Siempre estoy en los cultivos, con el machete y la guataca en la mano, puntualizó, las malas hierbas tienen la pelea perdida conmigo y como sabía lo lejos que estaría el fertilizante, extraje de vaquerías o naves de carneros todo el estiércol que pude para elaborar el abono orgánico para alimentar el suelo.
Vengo de una familia campesina, crecí en un ambiente guajiro y las experiencias y sabiduría heredadas de ella y de otros labriegos están vivas en este pedazo de tierra y son una bendición, acotó.
A la vista del visitante está todo el trabajo de drenaje que bordea su finca para evitar inundaciones cuando llueve, las cercas vivas, la trocha a ambos lados de la misma para evitar que los animales rompan la estructura del lindero en busca de comida, porque el ganado suelto aquí es algo cotidiano, destacó García Cabrera.
Aprendí desde niño que tierra vacía no da comida, argumentó, y cada palmo de este "conuco" tiene algo sembrado, mucho cultivo intercalado y siempre pensando un poco más allá; de ahí el girasol para obtener semillas y después hacer una plantación para extraer aceite y los residuos, para alimento animal.
Para este productor es esencial, a su vez, asegurar las simientes de todos los cultivo; en tanto, sueña con sumar colmenas.
Y mucho respeto por la tradición campesina, precisó, le corto la punta y prepunta del bejuco de boniato para semilla y siembro en luna menguante, del maíz, el melón, la calabaza voy haciendo una selección en la medida en que maduran los frutos y tengo una yunta de bueyes que es un tesoro, es mi mejor maquinaria y cuida el suelo.
Sueño poder incorporar a esta, la finca que lleva por nombre el de mi madre, Anita, algún palmo de tierra de estas ociosas a mi alrededor, perdidas en malezas, y te aseguro que serán la réplica de esta porción de suelo, bien cultivada y rica en producciones, dijo finalmente.