Trocar la tristeza y la indignación en homenaje y denuncia combativa será por siempre para los cubanos el primer deber sagrado cada 6 de octubre, cuando conmemoran el Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, en la fecha dolorosa del Crimen de Barbados que causó la muerte a las 73 personas viajeras en el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación, en 1976.
Y cuando vuelve a la memoria y a los espacios informativos el recuerdo estremecedor de los jóvenes y victoriosos integrantes del Equipo Nacional de Esgrima, quienes ese día regresaban a la Patria llenos de felicidad tras obtener los máximos lauros en un Campeonato regional, los votos de compromiso se renuevan con fuerza.
Con la certeza de que nadie plegará las banderas en esta tierra, tanto familiares como pueblo esperan que llegue el día de los justos, aunque todavía parezca una posibilidad lejana. Y nunca se dejará de obrar y trabajar en cuanto foro mundial e internacional de acceso a representantes del pueblo cubano, incluidos eventos y espacio de las redes sociales.
Parejamente a esto dentro del homenaje a esos hermosos jóvenes y demás viajeros que perecieron a consecuencia del nefasto crimen, está el sostenimiento de una concepción de la vida que pone en el centro al trabajo creador, la unidad, el amor y la solidaridad de todos en la construcción de una Patria nueva, que ahora mismo necesita seguir adelante por sí misma, sin depender de nadie.
Eso quiere decir también que está presta y en posición de combate para mantener a raya a un enemigo que es inaudito y terriblemente cruel en su maldad ideando planes difamatorios y desestabilizadores, matrices de opinión falsa y proyectos contrarrevolucionarios como lo hizo desde el primer día.
Aunque hayan pasado 48 años del horrible crimen, el cinismo de los autores intelectuales principales sigue siendo tan mayúsculo que desde los Estados Unidos se ha elaborado una espuria y unilateral lista en la que se incluye a Cuba como supuesta patrocinadora del terrorismo, práctica que la Patria de Martí combate, especialmente en abierta colaboración con foros internacionales y de la ONU, como ha sido reconocido.
Tal documento se suma a los estragos del recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero como un acabado golpe de gracia, o mejor, de desgracias, por sus efectos sobre terceros.
Recordando el salvaje crimen de Barbados, la acción se planeó desde el territorio estadounidense por los contrarrevolucionarios de origen cubano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, algo no ignorado por el gobierno de esa nación, el cual no hizo nada para evitarlo, de acuerdo con documentos desclasificados por la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado.
Tales personajes eran dueños de un negro prontuario que incluyó tiempo de sobra para hacer carrera activa de torturadores, represores y corruptos, como cabecillas de la contrarrevolución al más puro estilo sádico y mafioso.
Una trayectoria escalofriante, puesta al desnudo rampante y sin vergüenza no solo registrada en documentos oficiales o en notas de prensa, sino también en las denuncias de muchas de sus víctimas sobrevivientes en varios países de América Latina.
Pero en tiempos tan convulsos como los actuales, en los que las agresiones militares y las presiones políticas y económicas se ejercen descaradamente con fines ilegítimos, más vale hablar de los esfuerzos denodados que realiza Cuba por aspirar a la justicia y de su trabajo por el progreso de la nación.
La práctica sostenida de un obrar solidario y de colaboración con numerosos países, sobre todo los que están en vías de desarrollo y los más necesitados, distingue los nexos de Cuba con su entorno geográfico natural, América Latina y el Caribe, y con el mundo en áreas tan decisivas para el desarrollo del humanismo.
Estas también son verdades como un templo que enaltecen la moral de los cubanos, quienes no suelen sentirse perfectos, pero luchan por ser mejores cada día.
En este pequeño país que ha perdido a tantos hijos a consecuencia de crímenes y atentados concebidos por el enemigo desde la Aurora de Enero, ni siquiera en una errónea “legítima defensa” y mucho menos en venganza, ha concebido jamás a ningún nivel gubernamental un acto de terrorismo.
Y esa verdad clara, principista y esencial sobre la mayor de Las Antillas la saben los pueblos del mundo con una claridad meridiana. Con ella seguiremos abriéndonos paso y tocando el corazón de nuestros hermanos, entablando puentes de amistad, sin los resortes de la venganza y el odio.
De acuerdo con cómputos tres mil 748 compatriotas perdieron la vida en actos monstruosos de terrorismo y más de dos mil 099 han quedado mutilados o impedidos.