Aurelio, leyenda viva del tabaco cubano

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ACN - Cuba
Joel Mayor Lorán | Foto: del autor
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03 Mayo 2024

Más que los títulos de Hombre Habano en 2001 y Héroe del Trabajo de la República de Cuba, a Aurelio Reyes Santiesteban lo enorgullece el reconocimiento de la gente, tras muchos años dedicados a producir capas de tabaco de máxima calidad para la exportación.

   Algunos pensaron que al irme la cooperativa se caería. Yo les dije: Conocimientos tienen, porque los enseñé, reveló este octogenario, jubilado después de 29 años al frente de la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) Batalla de las Guásimas, de San Antonio de los Baños.

   Siempre estuvo abierto a aprender, a enseñar y a aplicar cada avance de la ciencia.

   “Fue tan importante la formación empírica junto a mi padre, con el conocimiento de siglos de tradición en el tabaco, como la ciencia que luego estudié. De la primera aprendí el valor del esfuerzo y el principio de que siempre es posible hacer las cosas.

   “Comencé a trabajar desde muy temprana edad, en Pinar del Río. A los 34 años, en 1975, vine a la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco (EABT) Lázaro Peña, donde había tabaco tapado, de otra calidad. Me faltaba aprender las acciones que necesitaba ese cultivo. Pero me ayudó la convicción de que no hay nada imposible.

   “A finales de los 80 uní lo empírico a los avances de la ciencia, con las primeras kalfrisas. El tabaco ya no pasaba de 45 a 50 días, desde la cosecha y el amarre: en 22 o 25 se curaba con toda la exquisitez que le podían dar la humedad, la ventilación, la temperatura… para lograr el color deseado.

   “Y aplicamos la tecnología del cepellón, algo extraordinario. Con un semillero tradicional, cuando venía un ciclón lo perdías todo; sin embargo, mediante el cepellón puedes lograr cada postura, a pesar de los huracanes.

   “Rápidamente, me di cuenta también de que el sistema de riego por goteo era más beneficioso para la economía. No es lo mismo regar ocho hectáreas con mangueras y cambiar tubos constantemente, en dos o tres días y entre 12 o 13 hombres, que hacerlo en apenas ocho horas, con solo dos personas.

   “Pese a mi edad, nunca negué las nuevas tecnologías. Comparaba. Tenía visión suficiente para eso. Igual sucedió con la fuerza de trabajo: para mí la mejor forma de hacer Revolución es tener a quien labora contento”.

   ¿A quién más le encargarían dirigir “Batalla de las Guásimas”, la cooperativa más distante de la empresa? “Logré que nos entregaran un campamento de la escuela al campo para alojar a los movilizados. Los atendí y enseñé.

   “Pero  cuando ya no tenían trabajo, si hallaban qué hacer en otro sitio al año siguiente no regresaban. Perdía gente con destreza y conocimientos. Por eso hicimos una escogida para que, al terminar las labores agrícolas, ese personal trabajara allí.

   “ A medida que logramos resultados, tenían mayores ingresos. En eventos nacionales en Holguín, Bayamo, Santa Clara… escuchaba hablar que por allá ganaban 800 mil o un millón; ¡nosotros ganábamos de 15 a 18 millones de pesos!”

   Aurelio Reyes Santiesteban siempre estuvo pendiente de cada detalle, como actualizar las variedades. “Todo cambia. El clima resulta muy agresivo. Tienes una variedad muy buena y, a los tres años, cuando no es la pata prieta es el moho azul o la mancha de agua. Y enseguida debes pensar en una nueva”.

   Se ocupó igualmente de cuidar los suelos. Logró disponer de 100 vacas; con el estiércol, cada año producía humus de lombriz; además, sembraba terciopelo. “Ahora la cooperativa no tiene que echarle fertilizante a ninguno de sus cultivos varios.

   “ Creo que los únicos con dos caballerías sembradas de eucalipto fuimos nosotros, para no ir a buscar cujes ni postes, porque los fletes costaban más. Esas ideas contribuyeron a hacer muy rentable a la UBPC. Por eso no falta la fuerza de trabajo. Lo otro es que aprendan: la escuela del tabaco en Cuba está en “Batalla de las Guásimas”.

   Lo afirma alguien que domina incluso cómo hacer el tabaco, para que queme como él quiere… y cómo curarlo, para darle el olor que le gusta. “Del tabaco a mí no hay quien me haga cuentos, lo digo sinceramente”.