Bayamo y el incendio luminoso de su enero

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ACN - Cuba
Martha Gomez Ferrals
37
10 Enero 2025

   Antes de  los albores del 12 de enero de 1869 los aguerridos habitantes de Bayamo, proclamada unas 85 jornadas atrás capital de Cuba Libre o de la República en Armas, prendieron fuego a la ciudad a fin de que no cayera nuevamente en manos de los colonialistas, luego de que los patriotas comandados por Carlos Manuel de Céspedes, el Iniciador, la conquistaran con combate y gloria.

   La oscuridad de la noche y las negras columnas de humo no impidieron vislumbrar la luz del día cuando comenzó a llegar más tarde que lo acostumbrado y, sobre todo, el fulgor del abnegado gesto de un pueblo decidido a perder todo lo material en nombre de ideales sublimes.

   Valorado como suceso sin precedentes en la nación, subyugada por la metrópoli durante más de tres siglos, ratificó la decisión emanada del grito: “¡Independencia o muerte!” lanzado por el Padre de la Patria desde su ingenio Demajagua el 10 de octubre de 1868, al empezar la primera guerra por la emancipación.

   Con el fuego redentor, hoy en la memoria de la nación como acción sagrada, se reafirmaba además la decisión de continuar y no entregar el tesoro de la urbe Sol de Cuba al enemigo.

   El ejército español, a cuyo mando estaba el famoso Conde de Valmaseda y Marqués de la Velada, Blas de Villate y de la Hera, era en aquellos momentos del cerco a la villa insurgente una fuerza integrada por unos dos mil 700 soldados muy bien armados que antes de acercarse a la localidad,  venían arrasando y sembrando el camino de víctimas entre los campesinos sospechosos de ser insurrectos.

   La forja de la nacionalidad cubana hervía crepitante entre los ciudadanos de Bayamo. El día histórico de la toma emancipadora cristalizó finalmente el canto que sería el Himno Nacional, al ser entonado por una población vibrante y victoriosa, luego de que su autor, Perucho Figueredo, uniera letra y música cabalgando dentro de la muchedumbre.

   Fue sin dudas estremecedor y terrible  decidir la quema. Han llegado sin embargo a nuestros días unos versos de entonces, incorporados a la letra de la otra Bayamesa, dedicada a la patriota Luz Vázquez y Moreno, que hablan claro del alma intrépida de los cubanos que estaban naciendo telúricamente como pueblo en aquel suelo.

   “Te quemaron tus hijos, no hay queja -dicen las estrofas- Que más vale morir con honor que servir al tirano opresor, que el derecho nos quiere usurpar”.

   Cuenta la tradición que la noche de la víspera del 12 de enero, ante los informes de los emisarios mambises del poderío que se les venía encima, sus habitantes, pobres y ricos, decidieron el acto sublime de la quema.

   Dicen que el incendio inició en la vivienda de patriotas de apellido Maceo Osorio, en una parte céntrica, y desde ese lugar avanzó rápidamente.

   Muy doloroso fue el resultado pues más de 10 mil bayameses, entre ellos niños, mujeres y ancianos marcharon a como diera lugar, sin pertenencias, a refugiarse en los montes. Allí, a la intemperie, padecieron hambre, frío, enfermedad y hasta la muerte. También bajo esas condiciones se siguió luchando por la libertad. Muchos fueron perseguidos, cazados y ultimados por el ejército español.

   Solo quedaron más o menos en pie o sin derribar unos 160 inmuebles de unas mil grandes y bellas estructuras que incluían iglesias, edificios administrativos y mansiones.

   Diferente a lo que ha pasado con las mentes y corazones, la memoria gráfica se perdió al calcinarse la papelería oficial, las edificaciones públicas y templos, las fotos y pertenencias útiles y entrañables de cientos de familias.

   Hay una imagen en lontananza, persistente en los recuerdos de una o un patriota: la de una increíble bandada de palomas blancas silvestres buscando afanosas las torres de sus campanarios de refugio, en medio de la humareda oscura y sin embargo silueteadas por el resplandor de las llamas. El resplandor del fuego y el patriotismo de Bayamo, Ciudad Monumento Nacional, renace cada enero en la memoria.

   Reconstruida al cabo de muchos años, Bayamo es hoy capital de la suroriental provincia Granma. Sus hijos lograron recuperar dentro su perímetro fundacional la histórica Plaza de la Revolución, primera de su tipo en Cuba, muy vinculada a los sucesos magnos antes citados, la Plaza del Himno Nacional, la Catedral ordenada en la antigua Iglesia Mayor, con su precioso retablo del siglo XVIII y la Casa Natal del Padre de la Patria.