La mayoría de las personas concuerdan conque la vista es el sentido más preciado que tiene el ser humano; sin embargo, resulta inimaginable el número de cubanos que padecen problemas visuales severos porque el país no cuenta con los recursos para atenderlos a tiempo.
Esto se debe fundamentalmente a las carencias que presenta el sector de la Salud debido a la criminal política estadounidense contra la Isla, pues el área oftalmológica requiere de equipos y materiales que permitan realizar diagnósticos certeros para tratar varias enfermedades.
En el informe titulado Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, presentado a la prensa recientemente por Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores, aparece:
“Marilín Peña Pérez, educadora popular y socióloga en el Centro Memorial Martin Luther King, sufre de miopía aguda desde los ocho años y es dependiente de tres medicamentos en gotas para regular su presión ocular, los cuales no puede obtener actualmente en el país y debe recurrir a otras alternativas que afectan las posibilidades reales de mantener la presión ocular a un ritmo que no le conduzca más rápidamente a una ceguera”.
Luis Raúl Tamayo Hernández, estudiante de Medicina, presenta un astigmatismo miópico compuesto, el cual le provocó pérdida de visión que puede mejorar con el uso de cristales pero debido a la alta graduación y la no disponibilidad en Cuba del equipamiento necesario para tallarlos tuvo que solicitarlos en otro país, a un costo alto, y esperar varios meses para que llegaran a la Isla, sin embargo como había pasado tanto tiempo ya no era la graduación que necesitaba.
Los espejuelos son una necesidad para mí, dijo a la Agencia Cubana de Noticias, sin ellos no veo prácticamente nada, encargarlos fue muy complejo porque había que dar correctamente el cilindro, el eje, y todos los parámetros que llevaba mi graduación en ese momento, explicó Tamayo.
Son incontables las muestras de cómo ese cerco imperial perjudica la calidad de vida del pueblo cubano, al complicar el proceso de adquisición de insumos para la sostenibilidad del sistema de salud, al impedir la firma de contratos con empresas extranjeras que suministren materiales y equipos imprescindibles para determinar diagnósticos médicos, y sus piezas de repuesto.
El bloqueo simboliza un acto de genocidio y una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de los habitantes de la Isla, pues representa una cruel e injusta política de castigo.