Caminaba junto a la amiga Helena Farfán por la calle San José, de la añeja Villa del Yayabo, cuando, sin imaginarlo, firmó su aprobación para convertirse en espirituano.
–“¡Esa es la Loma del Obispo!”, exclamó de forma espontánea al sentir que la imagen de una de las elevaciones que escolta a la urbe más que el aliento, le robaba un fragmento de adentro.
–“¿Y cómo tú sabes eso, si no te lo he mencionado?”, respondió ella con la sorpresa colgada en cada vocablo.
Para ese entonces, Carlo Figueroa Crespo, hijo de Colón, en Matanzas, se había leído cuantos libros había encontrado sobre la historia de la cuarta villa de Cuba.
“Me había preparado para lo que me iba a enfrentar. Además, conocía a varias personas porque con anterioridad, de 1999 a 2002, trabajé en el Departamento Informativo de Radio Sancti Spíritus, donde viví experiencias como la evacuación de la cabecera municipal de Jatibonico, cuando el peligro de la presa Lebrije, actividades culturales, eventos… Pero, sí fue difícil para este entonces forastero”.
¡Y le creo! Más, de aquí se fue en ese primer momento con un premiado radiodocumental, que demostró que la historia de la Radio Cubana no está totalmente escrita. Le presentó al mundo a Frank Howard Jones, el norteamericano protagonista de la primera transmisión radial de onda corta con carácter experimental hecha en Cuba, en la lejana fecha de 1912, desde el poblado taguasquense de Tuinucú.
Luego de otra estancia habanera plantó banderas definitivas en Sancti Spíritus, tras años de darle el de pie a casi toda a Isla como voz insigne de Haciendo Radio, programa de Radio Rebelde, y otros espacios tanto en ese medio como en la televisión, así como firmar varios textos escritos desde la capital.
–¿Cómo se adaptó Carlo, acostumbrado al bullicio de La Rampa capitalina, a una ciudad de ritmos lentos y demasiadas costumbres?
–“Fue un proceso, incluso hasta traumático. Pero cuando se ven las cosas con conciencia y convicción, se superan. Tenía claro que venía a hacer algo útil y no a perder el tiempo. Inicialmente me sumé a Radio Sancti Spíritus. Después, me inserté en Patrimonio y eso me abrió muchas puertas. Y ahí nació lo que hoy conocemos como proyecto La Guayabera, primero como de reanimación cultural y más tarde, proyecto sociocultural.
“Trabajar en La Habana, tanto en los medios públicos como en eventos y espectáculos, exige de dinámicas completamente diferentes. Pero no ocurre así con mi lugar de nacimiento: Colón. De ahí estoy muy agradecido porque comencé en un taller literario en donde te desbarataban un poema. Siempre digo que soy un muchacho de biblioteca y Casa de cultura. Iba a los centrales azucareros a realizar lecturas, visitaba las escuelas porque siendo bien joven trabajé, también, en la Dirección Municipal de Cultura atendiendo literatura. En fin, le debo mucho a lo que soy hoy. Es por esa razón que digo que soy un hombre de la cultura”.
–¿Llegar a Sancti Spíritus fue como un viaje a la semilla?
–“Fue un reencuentro con los procesos culturales que ya conocía”.
Sin tiempo que perder, el jovencito que creció entre libros y en las cabinas de Radio Llanura de Colón llenó un día de 1993 las maletas e ingresó en la lista de la primera matrícula de la carrera de Dirección de Cine, Radio y Televisión, en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, (Famca), en La Habana.
“Tuve la suerte de contar con diferentes profesores que son íconos en sus especialidades, lo que me abrió las puertas de un mundo fascinante. A eso se sumó el contar con compañeros de aula como Orlando Cruzata, Rudy Mora y otros tantos que ya no están en Cuba. Éramos 44 y solo cuatro no residíamos en La Habana. Nos llamábamos CPA Cooperativa de producción artística, por ser los guajiros. Y hoy nos llevamos muy bien. Luego el propio contexto de los años 90 me hizo mudarme a la capital, donde estuve hasta que definitivamente llegué a los dominios espirituanos”.
–¿Ser un hombre de la cultura fue la razón por la que hoy en esta provincia se visibiliza un símbolo que le da la vuelta al mundo?
–“Los inicios del proyecto La Guayabera fueron un juego. En ese entonces, me parecía que Sancti Spíritus era el lugar más aburrido del orbe. Tanto así, que reconsideré volver a La Habana o irme para Matanzas. También sentí que la gente de aquí estaba necesitada de espacios, de lo espiritual, de eso que llaman espirituanidad. Por tanto, hacía falta reanimar a la ciudad.
“Fue así que surgió el proyecto que, después de haber movido toda la vida de las instituciones, llegó al barrio Jesús María, uno de los más longevos de la villa. Obtuvimos entonces el Premio Cieric-Uneac y Cosude, en 2009.
“Luego de mucho trabajo en la comunidad y de contar con unas cuántas piezas donadas a la colección de guayaberas, hoy la más grande de la que se tiene referencias en el planeta, en el 2010 el entonces Primer Secretario del Partido me comunica que nos entregará la sede de la Quinta Santa Elena. Recuerdo que me dijo para que hagas un Mejunje y le respondí: no, eso lo tiene Santa Clara”.
Debieron esperar Carlo Figueroa y parte del equipo que le seguía desde los inicios, dos años para acondicionar la institución erguida en una de las riberas del río Yayabo. El 4 de junio de 2012 abrió sus puertas con la exhibición de prendas de personalidades de la política y cultura de Cuba, el mundo y Sancti Spíritus.
“También rompimos con lo existente hasta ese momento. Entramos como un Proyecto de iniciativa municipal para el desarrollo local. Pocos no entendían como vincular cultura con economía. Siempre ser los primeros en algo resulta más complejo”.
No necesitó mucho tiempo para que la casona se convirtiera en referencia en el sector de la cultura espirituana. Sus salones y áreas han sido testigos de eventos como la Feria tecnológica, el Encuentro Vida Cultural y Desarrollo Local y de lo mejor de nuestra música como la Orquesta Failde y Omara Portuondo, Ivette Cepeda, Raúl Paz y Juego de manos.
Una dinámica de trabajo que no entiende de tiempos muertos, gracias al empuje de quien es miembro de la Uneac desde 1997. Entre sus muchos reconocimientos, resguarda con orgullo cuando tomó en sus manos el Premio Excelencias del Arte en 2019 otorgado a “La Guayabera”.
–Desde tu experticia en el universo comunicativo, ¿cómo la intelectualidad cubana puede enfrentar la inevitable colonización cultural en el escenario digital, donde confluimos prácticamente todas las generaciones?
–“Lo primero es ser muy honestos y francos con nuestras realidades. La colonización cultural existe en muchos escenarios y es algo que nos golpea todos los días. Estamos geopolíticamente ubicados frente al mayor símbolo de la colonización universal: Estados Unidos y eso nos hace mucho daño. Contrarrestar sus laceraciones solo es posible con la resistencia. La resistencia de no dejar perder y defender los valores de nuestra riqueza cultural.
“El pueblo ha demostrado, a pesar de todas las adversidades, identificarse con su cultura e identidad. Por ejemplo, cuánto no se hace por mantener a la Parranda Típica Espirituana, con más de 100 años, el Coro de clave, igual centenario, los tríos, los cuales están a punto de desaparecer. Pero, incluso son subvencionados por el propio Estado.
“En Cuba se reconoce a la cultura como derecho de todos y eso es garantía para la propia creación, conservación y protección del patrimonio. Pero hay que visibilizarlo”.
Convencido de que la cultura es lo primero que hay que salvar, Carlo Figueroa Crespo, el mismo que hace suyo el éter radial espirituano a las siete de la noche de lunes a viernes, desde el programa La otra esquina, aceptó la propuesta de gran parte de la membresía del Comité provincial de la Uneac: ser su presidente.
“Uno de los mayores problemas que quizá haya tenido la organización en nuestro territorio es el de no haber llegado a todas partes. Nos corresponde estar donde estén nuestros miembros y acompañar, asesorar a quienes lideran otros procesos de la sociedad. Asimismo estrechar alianzas con el resto de las organizaciones como la Unión de Periodistas de Cuba, (Upec) y la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, (ACCS)”.
–¿Qué significa para Carlo la frase la Cultura es la Patria de nuestro intelectual Fernando Ortiz, la cual servirá de sombrilla y base a los debates que se generen durante la celebración del X Congreso de la Uneac?
–“Todo. Lo que no puede convertirse en lema. La cultura es la Patria porque define quiénes somos y hacia dónde vamos. Nos convoca a seguir en la batalla de la gestión cultural y de la defensa de la identidad nacional. Si como organización y como parte de la sociedad cubana no tenemos claro eso y que es también decir que la cultura es la Revolución cubana que nos mostró el camino, nos dio la luz, entonces estamos en muy mala posición”