Los barriles donde se añejan y adquieren gran parte de las cualidades únicas del ron cubano casi llegan al techo en las bodegas de la Ronera Central Agustín González Mena, en el municipio villaclareño de Santo Domingo, justo el lugar donde trabaja César Martí, el más joven Maestro Ronero de la Isla.
En los grandes almacenes hay olor constante a maderas, alcoholes, frutas y especias capaz de enamorar a quienes los visitan por primera vez, pero para este hombre de solo 48 años representa la señal inicial de la historia, la cultura y la tradición presentes en esos lugares.
El ron es un producto sumamente difícil de hacer, porque implica seleccionar la melaza correcta, obtener los mejores aguardientes, garantizar las mezclas y darle calidad óptima al proceso de añejamiento, todo para lograr el característico ron ligero típico de Cuba, aseguró a la Agencia Cubana de Noticias.
Hace mucho tiempo, de niño, acompañaba a su abuelo al ingenio cercano donde hoy trabaja, y justo allí conoció los secretos de la producción de azúcar y alcoholes, los pioneros de muchos pasos para obtener un ron de calidad.
Es un conocimiento que más tarde amplió durante sus estudios de Ingeniería Química en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV), institución de educación superior más importante del centro del país y desde donde salió para realizar prácticas profesionales y comenzar su vida laboral en la ronera de Santo Domingo.
Empecé a trabajar en la fábrica y este mundo me marcó para siempre, confiesa mientras señala cuatro elementos que él considera como claves a la hora distinguir al ron cubano: las formas de producirlo, el clima, la tradición y el aporte de diversas generaciones dedicadas a proteger ese legado.
El Maestro Ronero resulta sencillamente receptor y guardián de la herencia histórica y de la cultura que habita en las bodegas, dos elementos preservados y enriquecidos durante más de 150 años de existencia, agregó el entrevistado.
Justamente cuidar tal riqueza representa uno de los retos para él, sobre todo después de su nombramiento en 2009 como Maestro Ronero, el más joven en Cuba en ostentar ese rango.
Algo similar le ocurrió en 2021, cuando gracias a su talento, entrega y aportes, se convirtió en el cubano de menos edad en recibir la categoría de Primer Maestro Ronero, un paso más en su carrera como defensor de la tradición y la formulación de nuevas mezclas para las producciones nacionales.
Significa una gran responsabilidad, porque no se trata únicamente de preservar una historia construida a través de generaciones, sino también de enriquecerla para que en el futuro los rones cubanos sigan con la misma salud, explicó.
Como parte de esa misión, César Martí no solo destaca por la creación de formulaciones, además es autor de valiosas notas que revelan la vida de los rones producidos en las bodegas de Santo Domingo, obtuvo su título como Doctor en Ciencias Técnicas y ostenta la distinción de Profesor Invitado en la UCLV, el sitio que contribuyó a su formación.
De las manos y el saber de este hombre ya han salido disímiles mezclas, aunque una de las más conocidas es el Ron Eminente, que ya posee diversos premios en todo el orbe gracias a su calidad; no obstante, él no deja de reconocer a la marca Cubay, líder de la ronera en Villa Clara y la segunda más vendida de la nación.
Sin embargo, cuando se le pregunta a César Martí qué significa el ron para él, no distingue sus creaciones de las del resto, «porque todo el ron cubano es un personaje presente en los más importantes momentos del país, como un acompañante de la cultura y la historia del archipiélago».
Tal vez por eso César ama tanto su profesión, «por la humildad que se necesita, la generosidad para transmitir y cuidar este patrimonio, la diversidad sensorial y la ética necesaria para defender la calidad y la perdurabilidad del ron cubano dondequiera que esté», dijo.