El 21 de septiembre de 1958, en el remoto paraje de Soledad de Arriba, se celebró el Primer Congreso Campesino en Armas, hecho sin precedentes y definitorio en el país pues transcurrió en los predios ganados en la lucha por la libertad en las montañas de Oriente, centro de operaciones del II Frente Oriental Frank País del Ejército Rebelde, comandado por el joven Raúl Castro Ruz.
Pero todavía la Revolución no había triunfado. Como verdadera clarinada de lo que sería su obra de transformación profunda a partir de enero del siguiente año, fue esa reunión a la que concurrieron dos centenares de campesinos de la indómita provincia, que respondían a 84 bases rurales de distintas regiones, tras caminar con gran esfuerzo y sacrificios.
Más al sur, en el corazón de la Sierra Maestra donde radicaba el estado mayor de La Plata, Comandancia general dirigida por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el ejército guerrillero había crecido y con fuerza propinaba golpes contundentes a los batistianos, quienes en vano implementaron una ofensiva para acabar con ellos.
En los finales de un agosto de fuego, dos columnas al mando de los Comandantes Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, respectivamente, iniciaron la extensión de la insurrección armada hacia el occidente de la Isla, por lo cual la hora de ese cónclave raigal parecía más que oportuna al crecimiento revolucionario y patriótico fervoroso que eclosionaba en el país desde el este.
Expertos valoran con tino que el Primer Congreso Campesino en Armas marcó el nacimiento de la Revolución Agraria en Cuba, pues alcanzó a trascender al momento de su celebración, aunque esto también era un logro inspirador de gran magnitud.
Todavía impresiona saber que allí se encontraron 201 delegados de un área extensa que incluía al extremo oriental, con delegados de Guantánamo, Baracoa, Alto Songo, Yateras, Sagua de Tánamo, Mayarí y otras comunidades.
Se abordaron entonces problemas de la tierra y la injusticia social presentes en la cotidianidad de la nación y los acuerdos tomados buscaron medidas y consensos para aplicar a largo plazo, en el futuro de victorias que ya sentían cercano los presentes, sin equivocarse.
Primaron la necesidad y urgencia de la Reforma Agraria, aunque también de cierta manera se ganaba conciencia de que el problema de la tierra y la vida de los hombres y las mujeres del campo dependían de la libertad de la Patria, y se enriquecerían con la relación interna con la clase obrera y los demás frentes de lucha forjados en años de historia heroica. La solidaridad entre todas esas vertientes afloraba como núcleo de lo que en lo adelante se podría alcanzar.
Rememorando la mañana iniciática de ese histórico cónclave transcurrido junto a la valla de gallos, en medio de una comunidad pobre y olvidada, huérfana de caminos transitables, escuelas y hospitales, se estuvo en la antesala de la nueva Cuba en los planos del patriotismo y la conciencia.
Poco antes, con la instauración victoriosa del II Frente en esa zona de la bella Sierra Cristal, se crearon los primeros Comités Revolucionarios Campesinos (CRC), fundados primero en la Maestra, integrados por un secretario como jefe, un delegado civil y otro militar, quienes contribuían al orden en sus respectivas zonas, asumieron el acopio de víveres e información para la agrupación guerrillera.
Además, funcionaba un Buró Agrario que servía de enlace entre las bases y los mandos rebeldes, algo reforzado con la creación del Comité Regional Agrario, cuya presidencia ostentaba José (Pepe) Ramírez Cruz, fogueado luchador contra el latifundismo.
El Comandante Raúl Castro dirigió el histórico congreso junto a Pepe Ramírez.
Estuvieron presentes el Capitán Jorge Serguera Riverí, Jefe del Buró Agrario; Vilma Espín Guillois, Delegada del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en el II Frente; el Comandante Carlos Iglesias Fonseca y los capitanes Reinerio Jiménez Lage, Augusto Martínez Sánchez, Demetrio Montseny Villa, Léster Rodríguez Pérez y Antonio Pérez Herrero, entre otros.
Allí se denunció la relación de subordinación a Estados Unidos, derivada de lo político a lo estructural, que propiciaba el empobrecimiento económico de la nación y su pueblo en general, solo favorable a la oligarquía entreguista, de métodos criminales salvajes para mantenerse en el poder.
Problemas puntuales y esenciales como la carencia protectora de títulos de propiedad, la situación de los precaristas, aparceros y pequeños colonos, la contradicción con los comerciantes, fueron analizados en el encuentro, donde se aprobó el reglamento de la organización que se creaba, y se elaboró una Declaración de Principios en respaldo al combate por sus derechos y de apoyo al Ejército Rebelde.
Un dispuesto a luchar Comité Regional Agrario fue electo con la aprobación de la llamada candidatura guerrillera, formada por Teodoro Pereira como Presidente, Juan Frómeta como vicepresidente y Pepe Ramírez como secretario, además de elegir otros 13 cargos directivos.
“En estos momentos -dijo Raúl Castro en las conclusiones-, en esta etapa histórica en que vivimos, sin Reforma Agraria no puede haber Revolución Cubana; y aquí, tal vez por participar en el mismo, no nos percatamos de la magnitud de este acto porque en estos momentos, en el día de hoy, está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana”.
Tras la alborada del Primero de Enero de 1959, la Ley de Reforma Agraria fue la primera aprobada por el Gobierno Revolucionario en ese propio año y el 17 de mayo de 1961 se fundó la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), sucesos claves muy relacionados con las esencias del medular congreso de los tiempos de combate armado.
Hoy, todavía el espíritu de ese Primer Congreso, con otras metas y realidades igual de intensas, tiene mucho que hacer entre los cubanos. De esa fuente debe nutrirse el trabajo del presente, la conciencia de la gesta debe mantenerse muy viva. (Martha Gómez Ferrals, ACN)