Educar, comunicar, descolonizar: la batalla permanente de los medios en Cuba

Compartir

ACN - Cuba
Por Aylin Herrera Reyes
142
30 Octubre 2024

El descubrimiento
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios,
descubrieron que vivían en América,
descubrieron que estaban desnudos,
descubrieron que existía el pecado,
descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un
dios de otro cielo, y que ese dios había
inventado la culpa y el vestido
y había mandado que fuera quemado vivo
quien adorara al sol y a la luna y a la tierra
y a la lluvia que la moja.
Eduardo Galeano

   Así se refería el escritor uruguayo a un suceso que cambió la historia del mundo, pero en el que primó la barbarie por encima de la civilización, aunque todavía algunos prefieran llamarlo descubrimiento y como un encuentro feliz entre culturas diversas.

   Podría ser esta provocación literaria el punto de partida para ilustrar un fenómeno para nada nuevo, solo que con el tiempo ha cambiado de soportes y formatos hasta llegar a lo que se conoce como colonización cultural, de la que los pueblos históricamente oprimidos por las grandes potencias y sus industrias no han podido ni sabido desprenderse.

   Waldo Ramírez de la Ribera, asesor del presidente del Instituto de Información y Comunicación Social (ICS), en diálogo con la Agencia Cubana de Noticias sobre un tema tan pertinente, abordó cómo se comporta esta especie de subyugación del pensamiento y las creencias de los individuos en los medios de comunicación de la mayor de las Antillas.

   «Si se quieren algunas ideas más conceptuales que nos ayuden a ubicarnos en el fenómeno de la colonización cultural, cabe recordar a Armando Hart a propósito de la selección del 20 de octubre como Día de la Cultura Cubana, cuando refirió que no había mejor fecha escogida porque en esta se sintetizaba (en el hecho histórico que había ocurrido), la identificación orgánica entre los creadores y el ideal patriótico y anticolonial de la época.

   Ese hecho, y esa forma de conceptualizarlo -recordado por el compañero Abel Prieto en más de una ocasión- marca un punto de partida para saber a qué nos enfrentamos cuando hablamos de colonización cultural, dijo.

   ¿De qué manera se enfrenta actualmente la colonización cultural desde la radio y la televisión cubanas? ¿Qué ejemplos concretos lo ilustran?

   «La esencia está, inicialmente, en si reconocemos que lo que en su momento se llamó el encuentro entre culturas fue en realidad un “encontronazo”, pues desde una mirada eurocéntrica hemos sido vistos como los descubiertos y los que no teníamos ningún tipo de identidad ni habíamos producido arte al nivel que se hacía en América antes de la llegada de los colonizadores españoles.

   Dado que la perspectiva de dominación de una metrópoli sobre un grupo de ciudadanos implica la imposición de normas, modelos, principios y valores éticos, se puede decir entonces que la colonización tiene como fondo un sentido profundamente cultural y eminentemente político».

   Para Ramírez de la Ribera, hablar de cultura y política es tener en cuenta que a ambas las atraviesa la perspectiva ideológica, motivo por el que considera que si el 20 de octubre es una comunión feliz entre la vocación intelectual y la patriótica, a propósito del Himno Nacional, eso dice mucho del sentido emancipador, independentista, abolicionista y antiesclavista en aquel momento, y de una posición de toma de conciencia sobre una identidad, una raíz común que tiene varias influencias porque somos una mezcla, pero se parte de una vocación libertaria.

   Haciendo saltos en la historia, el entrevistado llega hasta José Martí con un enfoque americanista y cuyo valor añadido radica en su antimperialismo profundo.

   «Estamos ante una unidad que busca el sentido del respeto a lo que uno es y de dónde uno viene, reconociéndolo como un proceso en ebullición porque, aunque la cultura se nutre de muchas esencias, debe existir claridad de hacia dónde se asoma la lógica martiana de “injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero que el tronco siga siendo el de nuestras repúblicas”, afirmó parafraseando al Apóstol.

   «No en vano el Comandante en Jefe Fidel Castro definió a la cultura como el escudo y la espada de la nación, y en los momentos más duros del Período Especial, cuando se pensaba que tocaríamos fondo, dijo que lo primero que había que salvar era la cultura».

   En palabras del asesor del presidente del ICS, en un mundo donde la globalización es un hecho real-porque cada vez más lo local es global y a un clic en la pantalla de un teléfono se hace viral una noticia tonta u otra de peso en un rincón del planeta- no existen fronteras para acceder a esa información.

   «No podemos perder de vista que el hegemón de los tiempos de la colonización imperial norteamericana que Martí señaló es el mismo de estos momentos de Internet, donde se concentra el poder en la gran industria cultural, pues si bien se ensanchan las capacidades de acceso a la red de redes, se reduce la posibilidad de la diversidad de los contenidos pues predominan los de la gran "industria cultural" en manos de los mismos poderosos del internet.

   “Las grandes potencias económicas son también dueñas de repositorios y reservorios, de grandes redes con sus algoritmos a las que terminamos cediendo nuestra información, por tanto ahora el fenómeno es aún más enrevesado, pero la perspectiva imperial es la misma aunque con métodos más sutiles, lúdicos y entretenidos, lo cual hace más complejo el enfrentamiento», remarcó.

   Puntualizó que es preciso tener en cuenta que la colonización no es un fenómeno que atañe solo a los medios de comunicación, sino a la sociedad, la escuela y a las familias, no obstante, esas plataformas tienen un peso importante en él.

   «Los que producen los contenidos vienen de una sociedad, de una familia y de una educación con patrones que, si responden a conceptos culturales colonizados, los sujetos los reproducirán en determinados escenarios donde se desenvuelvan. Y esto es un fenómeno muy complejo, porque aun con todo el esfuerzo hecho por la Revolución, estamos rodeados de la visión y la versión occidental de la historia y la cultura.

   “Sin restarle responsabilidad a los medios de comunicación, y dentro de ellos la radio y la televisión, no podemos creer que solo en estas plataformas se resuelve el problema, sino que se enfrenta desde todas las perspectivas posibles», enfatizó.

   ¿Cómo lograr un equilibrio de los contenidos tanto en radio como en TV que aludan a Cuba, su cultura y sus tradiciones respecto a otros foráneos que también son del agrado de los públicos?

   Ramírez de la Ribera, quien durante algunos años se desempeñó como Director General de la Televisión Cubana, subrayó que ese medio tiene características muy particulares, por dos aspectos esenciales: el modelo de sociedad socialista, que a su vez ha significado enfrentar al enemigo más poderoso de la historia.

   En la mayor de las Antillas la radio y la televisión están diseñadas para el servicio público, y normativas como la Constitución de la República y la Ley de Comunicación Social así lo estipulan.

   Sobre las lógicas de producción detalló que la pequeña pantalla opera totalmente diferente a otras televisoras de servicio público en el resto del orbe, porque intervienen asuntos como la capacidad productiva propia y la tecnología instalada, frente al acceso a determinadas producciones audiovisuales y el consiguiente tema de los derechos de autor, que si bien cuando la comunicación es pública, o sea, no lucrativa, te "blindan" para el uso de los mismos, no en todos los tipos de contenido esto es una  carta abierta. Todo esto hace que convivan ciertos rasgos de modelos de comunicación que en otras países son diferentes para el servicio público.

   «En Cuba no hay -aún-una televisión pagada o por suscripción, por ejemplo, por lo que el acceso al servicio es abierto y gratuito; todo ello condiciona el manejo de valores y en la medida en que se desarrollaron las tecnologías, ellas influyeron en el acceso de las personas a producciones que la televisión nacional no coloca en sus parrillas.

   “A su vez, históricamente la Televisión Cubana ha incluido producciones foráneas hasta donde es posible, y ante el actual reto del internet, si bien esa decisión debe mantenerse, también deben ser esos contenidos objeto de una selección cada vez más crítica.

   “Eso -y el trabajo de las Instituciones de la cultura, por supuesto- nos ha permitido también el acceso a lo mejor del arte y la literatura universal, así como a contenidos contrahegemónicos que se producen dentro de los propios "pilares" de la hegemonía.

    “Todo lo anterior "facilita" llegar a diversos públicos, y la opción de incidir en la mayor diversidad de audiencias es un principio del modelo de radiodifusión de servicio público, y en el caso cubano, además, un reto que el modelo de comunicación precisa permanentemente», destacó el entrevistado.

   Cerca de cinco mil películas al año, mayoritariamente norteamericanas y comerciales, llegan a la pantalla. En el caso de las estadounidenses, Cuba no paga los derechos, no por querer violar esa práctica, sino porque el bloqueo impide que lo hagamos.

   «Eso condiciona "ciertos" mecanismos facilistas a la hora de hacer una curaduría de la programación televisiva y sobre todo la cinematográfica», consideró Ramírez de la Ribera.

«La televisión cubana no tiene la solvencia económica que muchos piensan, porque los contenidos producidos en el extranjero no se adquieren en moneda nacional, lo cual complejiza el enfrentamiento a la colonización en cierta medida», refirió.

   «En el país también se exhibe cine latinoamericano y de otras latitudes que se convenia y se intercambia a través de festivales, sedes diplomáticas y variedad de encuentros culturales, y en casi nunca se pagan derechos. No ocurre así con otras producciones como algunas telenovelas y eventos deportivos internacionales, que sí tienen un costo para nada barato.

   Son pocos los "privilegiados", incluso en el llamado primer mundo, que pueden disfrutar de unos Juegos Olímpicos, como sucedió con París 2024, sin tener que pagar suscripciones, y ese es el caso de Cuba», afirmó.

   «Existe una voluntad estatal ante esta complejidad. Y por supuesto  seasigna un presupuesto anual para la producción de contenidos radiales y televisivos que sean el centro de la misión y a su vez tributan a equilibrar la procedencia de lo que llega al dial y a la pantalla chica», manifestó.

   Ramírez de la Ribera precisó que alrededor del 60 por ciento de lo que hoy se transmite en televisión es de factura nacional y el resto es del extranjero, lo cual oscila en dependencia de la temporada del año.

   Valoró de muy positiva la articulación cada vez mayor que se logra con la Uneac y la importancia del papel de la vanguardia artística y literaria no solo en la creación de contenidos y  en el ejercicio de la crítica artística y literaria -cuestión aún insuficiente- sino además en el acompañamiento a los procesos internos de nuestros medios. También en el mismo sentido fue evaluada la articulación con los diferentes Institutos y Consejos del Ministerio de Cultura.

   Significó lo que en materia de producción infantil se realiza actualmente de conjunto con los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), así como la revitalización de los Estudios de Animación de la Televisión Cubana.

   Se coproduce contenido con el Ministerio de Cultura, como es el caso del programa Corazón Feliz y la adaptación de cuentos de la literatura universal y cubana, y se trabaja para los niños y los adolescentes, pues son públicos más complejos y donde se requiere de más impacto. Añadió el trabajo conjunto que se realiza entre el Instituto Cubano de la Música, varias emisoras nacionales y el canal Clave, así como la aparición de programas musicales como La Majomía y Estudio Reacción  en los que tanto los formatos como el manejo de contenidos, dan muestra de creatividad y distinción.

   Anualmente, la televisión transmite 100 mil horas, mientras que la radio lo hace durante 500 mil horas, indetenibles a pesar de las condiciones del país.

   El asesor del presidente del ICS subrayó que se aspira a producir más telenovelas cubanas para que se coloquen en horario estelar y con mayor frecuencia, y que el contenido nacional y de calidad tenga protagonismo respecto al foráneo.

   «Esa también es una manera de enfrentamiento a la colonización cultural porque en los materiales se abordan temas de la realidad del país y se traduce en oportunidades de trabajo para nuestros artistas.

   “Se hace un esfuerzo por crear series de ficción para público joven porque ese género ayuda a conectar con las audiencias mediante lo emotivo, como lo consiguió un dramatizado como la serie Calendario en la que se reflejaron nuestros jóvenes y se abordaron temas álgidos de la sociedad cubana.

   En palabras de Ramírez de la Ribera, cada vez más eventos importantes del país tienen un reflejo en la pantalla chica y en las emisoras de radio, como ha sucedido conFestival Internacional Jazz Plaza, el Festival de Ballet, la Feria del Libro, la Bienal de La Habana, el Evento Cubadisco, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano y otras citas del cine y las artes escénicas a las que más allá del aspecto informativo, se les abren ventanas en ambas plataformas y se transmiten momentos de dichos eventos; en estos casos incluso, se articulan transmisiones conjuntas vía streaming de internet, entre el Mincult y la TV Cubana.

   "También se apuesta decididamente por la capacidad intelectual y tecnológica-productiva que tienen  nuestros creadores. La existencia del Registro del Creador Audiovisual Independiente, ha permitido  -a la Radio y la TV cubanas- financiar y articular intencionadamente producciones conjuntas, que en el caso de la pantalla chica van dando frutos para la programación habitual en diversos géneros y formatos. La Serie Calendario, anteriormente mencionada, es tal vez el ejemplo más evidente de comunión en resultados artísticos e intereses del servicio público.

   “Tenemos que ser capaces en nuestros medios de discutir los problemas reales que existen en Cuba, porque somos los cubanos los encargados de solucionarlos, y porque debemos contribuir desde los medios al diálogo social que haga perfectible la capacidad de mejorarse de la sociedad», anotó.

   «En la medida en que se le aporta más información a los ciudadanos y se le da más acceso al conocimiento, tendremos personas con más capacidad de interiorizar su realidad y de actuar de manera activa en la transformación de su sociedad, lo cual es un reto si se habla de colonización cultural.

   “Por eso no creo que el problema radique, literalmente, en si tenemos más o menos contenidos foráneos en la pantalla, lo que no quiere decir que nuestra televisión no tenga que apostar cada vez más a la producción».

   Es importante, según este conocedor de los medios, saber lo que se elige de los contenidos foráneos para programarlos en la TV pública del país y cómo jerarquizarlos respecto a las producciones propiamente cubanas que deben atrapar desde la historia, lo lúdico y afectivo, desde lo informativo, y mediante el análisis y la reflexión, sobre la actualidad nacional.

   «Permanentemente y hacia lo interno hay que hacer un trabajo de educación de los públicos, incluidos todos los que se desempeñan en especialidades cruciales para los medios de comunicación, porque ellos, que vienen con sus propias mediaciones, al trabajar en plataformas de servicio público, deben tener claridad en conceptos como la soberanía y la independencia».

   Para ello, Ramírez de la Ribera instó a actualizarse sobre las nuevas tendencias en Internet, redes sociales, discutir sobre cómo emplear la big data, la inteligencia artificial, teniendo en cuenta las fronteras entre lo que es ético o no.

   «Con esas herramientas, el estudio y formación permanente, y el sentido de autocrítica constante, se puede trabajar en la curaduría de los contenidos, para cuidar la delgada línea que divide a lo que está de moda y/o carece de los principios y los valores que pondera nuestro modelo social, de aquello que realmente tiene un peso importante para el país», aseguró.

   Recomendó, por ejemplo, que la selección cinematográfica y de otros formatos de ficción que se proyectan en la pantalla cubana debe mejorarse, aunque hay canales como Cubavisión y el Educativo donde se colocan contenidos cinematográficos bien identificados, mediante programas basados en juicios críticos que ponderan los valores del séptimo arte y el análisis del discurso de los filmes, lo cual ayuda a orientar a las audiencias.

   «Todo no puede ser didactismo en la pantalla cubana, ante un público educado que saca conclusiones propias.

   “La televisoras públicas de cualquier lugar del mundo, generalmente, ofrecen contenidos nacionales porque el pago de los derechos de programas extranjeros requiere de gastos que esos medios no se pueden permitir.

   “En Cuba el Estado apuesta por adquirir derechos sobre los eventos deportivos, por ejemplo, y eso se afecta por las limitaciones del bloqueo, pero por eso se exige tener a personas cada vez más preparadas para su curaduría y posterior posicionamiento.

   “La televisión cubana es un sistema, donde no hay un canal independiente de otro ni disputándose cuotas de pantalla, ni compitiendo para ver cuál tiene más ingresos, sino que lo que les interesa es atender a públicos diversos con horarios y temas variados también», indicó.

   ¿Se aprovechan nuestros archivos radiales y televisivos, que puede decirse son patrimoniales, en función de educar a los públicos sobre Cuba?

   Durante el diálogo con ACN, Ramírez de la Ribera reconoció que los archivos cinematográficos, por ejemplo, sufrieron las carencias del Período Especial y aunque se han recuperado muchos, no siempre existen materiales con la calidad suficiente para reproducirlos en pantalla.

   «Podría decirse que sí se aprovechan, pues han salido al aire nuevamente programas como En silencio ha tenido que ser, se transmiten telenovelas con más de 20 años de existencia y un espacio como Contra el olvido tiene como protagonista a los materiales de archivo.

   “No tenemos toda la capacidad instalada para recuperar el volumen de obras ni se logra colocar en pantalla todo lo que quisiéramos que aparezca.

   “En colaboración con el Icaic, y en específico la Cinemateca de Cuba con Luciano Castillo, su Director y crítico cinematográfico a la cabeza, podemos hacer un programa como De cierta manera, en el Canal Educativo, donde se logra un manejo impresionante del patrimonio fílmico del cine cubano de todos los tiempos.

   “Constantemente digitalizamos archivos y una vez llevados a ese formato se piensa no solo en su salida por la pantalla tradicional, sino también por los dispositivos tecnológicos más modernos a través de los cuales los públicos consumen los contenidos», explicó.

   Según Ramírez de la Ribera, está demostrado que reempacando esos audiovisuales se pueden conocer zonas de la producción para radio y televisión y tiene mucha utilidad en la programación educativa, derivado de las alianzas con el Ministerio de Educación.

   Los criterios de este entrevistado se inclinan hacia la posibilidad de que la ciudadanía conozca procesos de la historia de Cuba y universal, a través del cine, la música y otras manifestaciones del arte, de cara a contribuir a los procesos de descolonización cultural.

   Si estamos hablando de un tema como el de la colonización cultural es porque se trata de un asunto pendiente también para los medios de comunicación. ¿Qué retos tienen la radio y la televisión cubanas en estos momentos y para el futuro inmediato en la producción de contenidos que conduzcan al pensamiento crítico y al diálogo?

   "Sembrar ideas, sembrar conciencia" nos dijo Fidel. De ahí el nombre y la esencia del 'Programa Nacional para enfrentar la colonización cultural' que desarrollamos en toda la nación y al que cada vez tenemos que estar más acogidos.

   «Encontrar, explotar, innovar con formatos donde se tenga el justo equilibrio entre la información, lo didáctico y lo lúdico-afectivo y aprovecharlos oportunamente.

   “Si bien el entretenimiento no puede ser sinónimo de banalidad y carencia de conocimientos, la radio y la televisión cubanas tienen que ser entretenidas y llegar a la mayor diversidad de públicos desde los sentimientos.

   "Hay que traducir mediáticamente la batalla económica que libramos como pueblo. La guerra simbólica que se dirime entre capitalismo y socialismo, está atravesada por las necesidades materiales que padecemos a diario. Un sistema -y un Imperio- que vende el éxito fácil y corona el consumismo material signado por modas y marcas, frente a otro que definitivamente tiene que emanciparse por sus propios esfuerzos y se debate entre medicinas, servicios básicos como electricidad, agua y producir alimentos, contando para ello con el bloqueo que se le impone. La descolonización también pasa por ese parto diario de actualización de nuestro modelo político, económico y social, donde actores privados y estatales articulen cada vez más sus lógicas a las de dicho modelo. Todo ello sin claudicar en principios ya descritos con anterioridad y donde la producción de contenidos y el papel de la cultura, en esto, es vital.

   “No podemos con nuestros medios dejar de ser autocríticos y saber qué se ha hecho bien y qué no; nuestro periodismo tiene que cerrar brechas entre el mundo real y el mediático, porque el reto está en la credibilidad.

   “El desarrollo acelerado de las tecnologías y los nuevos lenguajes, traen consigo una producción de sentido y propician una lectura de los contenidos muy diferente a lo que sucedía hace una década. Esto cada vez se incrementará y acelerará más,  de ahí el reto a la capacidad creadora y de innovación de los hacedores de nuestros medios.

   “La hegemonía está diariamente en disputa, solía decir el querido Fernando Martínez Heredia, y eso significa, agregaría yo, que hay que construirla diariamente mediante el consenso, a partir del diálogo, la participación y el pensamiento crítico. Ya Martí nos había alertado: de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace, ganémosla a pensamiento. Esa debe seguir siendo la máxima en el tema que nos ocupa", concluyó.