El Cubano Libre y el filo del pensamiento de Antonio Maceo

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ACN - Cuba
Martha Gomez Ferrals | Foto: Archivo
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01 Agosto 2024

  Desde el fondo de una cueva llamada Sao Corona, en las norteñas montañas  de Oriente, el 3 de agosto de 1895 comenzó a imprimirse y a vivir su segunda vida el periódico El Cubano Libre, voz de la insurrección independentista de los mambises, por iniciativa y bajo la responsabilidad del Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales. Se convirtió en otro aporte extraordinario del guerrero y estratega militar quien "tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo", en opinión de José Martí.

   Pocos días antes, a finales del mes de junio, la columna del Ejército Libertador al mando del General Antonio se había hecho con  los equipos de una imprenta abandonada por el enemigo durante una de sus operaciones por la zona, unos dicen que en un recorrido y otros, tras una escaramuza en la que resultaron victoriosos los patriotas cubanos.

   De inmediato Maceo pensó en la utilidad que semejante equipamiento podría prestar a la retomada revolución cubana y emplearlo para la publicación de un medio de información y movilización al servicio de la causa libertaria.

   No dudó en llamarlo El Cubano Libre, como el primer periódico editado con tal fin bajo la égida del iniciador de las campañas, Carlos Manuel de Céspedes, el cual naciera en Bayamo y que luego fuera trasladado para Camagüey con emisiones hasta 1874, sin que la persecución de la metrópoli pudiera impedirlo.

   Llevar la imprenta completa hacia un lugar seguro fue arduo para  los encargados de hacerlo. Testimonios de la época recogen que hubo compañeros de brega decepcionados ante  el destino  dado por Maceo al equipo, pues preferían que sus estructuras de plomo se fundieran y convirtieran en proyectiles muy necesarios para los combates.

   Por lo cual la determinación del General vuelve a hablar claro sobre él, acerca del valor que daba al pensamiento y a la ideología, prueba de la brillantez de su discernimiento,  como reforzadores de los ideales de aquel Titán que años antes se negó en acción patriótica tajante a que se detuvieran los combates de la Guerra de los Diez Años.

   La Protesta de Baraguá, primera en el tiempo y en importancia,  y los empeños por darle nueva vida y continuidad al legendario El Cubano Libre en pos de difundir la verdad sobre la Guerra Necesaria, son dos grandes ejemplos de su talla política.

   Los que conocieron bien al promotor de la segunda vida de “El Cubano…” supieron que entre sus cualidades de estratega estaban siempre la organización de un sistema de inteligencia y de correos mediante el activismo de patriotas ingeniosos y listos, suministradores de valiosos reportes procedentes de pueblos y ciudades. Ojo, no solo información, también recibía de ellos ejemplares de periódicos nacionales y extranjeros.

   Maceo buscaba en esos materiales detalles sobre cómo reflejaban la contienda cubana, pues no ignoraba la influencia de la palabra escrita y la opinión en la formación de ideas,  movilización y refuerzo de los intereses en el campo de batalla.

   Aunque el Titán de Bronce fue el fundador del nuevo El Cubano Libre y hasta su muerte estuvo muy al tanto de la publicación, fue el patriota Mariano Corona Ferrer su director, a propuesta de José Martí, y colaboraron Federico Pérez Carbó, José Miró Argenter y el doctor Joaquín Castillo Duany, y durante los cerca de mil días de guerra fueron publicadas alrededor de 100 ediciones.

   El propio General Antonio se refirió al periódico como cuerpo de ejército compuesto de doce columnas, que sabía batirse bien, diariamente por la causa de Cuba y afirmó que los españoles darían algo por darle una carga. A sus hacedores recomendó “Mucho ojo… y aprieten”.

   Modesto A. Tirado, periodista puertorriqueño integrante de las filas del Ejército Libertador, quien visitó la cueva en donde radicaba la redacción mambisa, reflexionó al respecto:

   “Penetramos en el lugar donde se imprime El Cubano Libre y encontramos allí la imprenta completa. Desde el tipo más pequeño hasta la prensa de manos, todo en perfecto orden. Es admirable y digna de todo encomio la gran voluntad de estos hombres, encerrados en el corazón de un espeso bosque, con el componedor en la mano y al lado el rifle, dedicando todo su tiempo a la importante tarea de difundir por los ámbitos de la República y fuera de ella los triunfos de nuestro Ejército y los errores del enemigo, empacado y cruel”. (…)

   Durante toda la contienda del 95, infelizmente terminada en 1898 se emitió El Cubano Libre, con salidas sabatinas  desde diversos lugares, y sus números se repartían a los campamentos y prefecturas por enlaces o correos, además de ser enviados  al exterior a las comunidades de patriotas, incluidas las radicadas en EE.UU.

   El Cubano Libre y su espíritu informador y movilizador renació años más tarde, de la mano del Comandante Ernesto Che Guevara, desde la cadena montañosa de la Sierra Maestra, con el fin de asegurar la continuidad de la Revolución Cubana, única e integral.

   Es importante recordar valoraciones de Antonio Maceo sobre la publicación: “El Cubano Libre se fundó nuevamente debido a mis esfuerzos, sin que ni a mí ni a nadie le guiara idea de predominio ni de imposición […] En él escriben los que quieren y pueden hacerlo, sin que jamás haya impuesto mi criterio político a ninguno de sus redactores. Me estimo mucho para exponerme al reproche de los escritores que en ese semanario colaboran”.