Ese Che múltiple que todavía nos habita

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ACN - Cuba
Por Marta Gómez Ferrals | Foto: achivo
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07 Octubre 2024

 A 57 años de su caída en combate en Bolivia, el Guerrillero Heroico argentino cubano Ernesto Guevara de la Serna, el Che, es más que una figura legendaria forjada justamente en medio de la impronta de tiempos convulsos: además del ser humano extraordinario que fue, sigue siendo aliento vital que nos recorre, por la fuerza de su ejemplo y el arsenal indispensable de su militante pensamiento revolucionario.

   Y no es querer hacer poesía a ultranza.

   Fue asesinado por mandato de la CIA el 9 de octubre de 1967, un día después de su captura, luego de ser aniquilada su tropa, cuyos miembros dispersos se vieron obligados a vagar por un páramo en esa hermana nación donde sus hombres habían combatido antes junto a revolucionarios de la zona por la justicia y la libertad.

   Hablando de Cuba es bueno decir que su presencia se percibe desde el bregar cotidiano hasta el espacio sin fin y en el Mausoleo levantado en su honor en Santa Clara, la ciudad de la batalla heroica dirigida por él que no lo olvida nunca, aun cuando duerme.

   Sin embargo, tal pareciera que en estos tiempos de recrudecimiento del bloqueo imperial, incremento de campañas mediáticas mentirosas y de trabajar cada vez más en medio de numerosas dificultades, todavía para algunos sea más fácil invocar al Che solo heroico, que  a aquel que fustigó sin piedad la desidia y era intransigente con lo incorrecto, la mala calidad, el irrespeto y la falta de eficiencia, sobre todo en la actividad económica.

   La imagen romántica del Che guerrillero, justo en el centro de las balas y el combate sigue siendo más seductora que cuando sudaba gordo haciendo trabajo voluntario, dedicaba horas al estudio de la economía o paraba en seco un intento no gracioso de un mal chiste. Con él no se jugaba sin motivos, aunque su humanismo era muy cierto. Tajante era para la crítica oportuna y no paternalista.

   Nacido el 14 de junio de 1928 en la ciudad de Rosario, Argentina, Ernesto Guevara de la Serna fue un ser excepcional, sensibilizado desde su primera juventud con la causa de los pobres y desheredados de Nuestra América y del mundo; se hizo médico para servir a ese noble propósito y al no ser suficiente la profesión se asumió como soldado.

   Conoció al joven líder Fidel Castro en México y allí se enroló en la expedición del yate Granma que vendría a la Isla a formar el liberador Ejército Rebelde.

   Con gran tesón y  arrojo, quien primero fuera galeno de las tropas guerrilleras cubanas, fue luego ascendido a Comandante, jefe de importantes columnas y partícipe en definitorias acciones.

   Muy pronto ganó la confianza y el respeto del líder de la insurrección armada, al frente de una fuerza popular que desde las montañas orientales cubanas inició el más efectivo camino por la libertad que conociera la Patria. Y el Che estuvo entre esos artífices, con su total confianza y camaradería.

   Luego, al triunfar la Revolución, aunque no era dado a los altos cargos por su naturaleza sencilla e inclinada al pensamiento introspectivo y profundo, aceptó cargos en la directriz económica.

   Por dondequiera que pasó dejó una huella de promoción y exigencia por el trabajo consciente y bien hecho, el interés por estimular la superación, sobre todo de los jóvenes, y la  realización de nuevas inversiones.

   En 1965 se despidió con gran emoción de su familia y el pueblo de Cuba, en emotiva carta dirigida a Fidel Castro, liberando al país de toda responsabilidad por sus futuros actos que incluirán acciones por la liberación internacionalista de otros pueblos del mundo. De esa forma honesta y limpia, como siempre fue, era consecuente con sus más preciados principios.

   Añadimos ahora, recordando al Che,  que en  cuanto a la batalla ideológica que los cubanos y la izquierda en el orbe deben seguir librando en contra de los desafueros del neoliberalismo privatizador y empobrecedor, sus lecciones siguen siendo muy actuales, como si hubieran surgido hoy. Todos recuerdan su frase célebre de no confiar en el imperialismo ni “tantito así”, vigente todavía.

   Cada cual podrá amar o preferir al Che Guevara total o solo algunos de sus ángulos. Aunque siempre tendremos que saber que cada ser humano es un todo y una integralidad lleno de una riqueza insospechada. Así es que cuando creamos saber de él lo indispensable o suficiente, nos sorprenderemos con mucha más belleza por descubrir si probamos adentrarnos en su vida. (Marta Gómez Ferrals, ACN)