Santiago de Cuba, primera ciudad conocida por el pequeño Fidel Castro a los seis años, impactó de forma definitiva en su sentir patriótico para convertirse hoy en reflejo de la rebeldía, resistencia y perseverancia del Comandante en Jefe.
La llegada al territorio en 1932 desde Birán hasta la popular barriada El Tívoli, a fin de iniciar la formación escolar en el prestigioso colegio La Salle, fue el comienzo de una relación que, aun después de la desaparición física del Líder revolucionario, continúa con la reproducción de un legado de unidad y solidaridad.
Según Frank Josué Solar, historiador de la Universidad de Oriente, el temprano contacto con un ambiente urbano caracterizado por arraigadas tradiciones culturales y combativas, así como la posibilidad de observar las luchas estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado en sus últimos meses, forjaron en el niño recién llegado los valores insurreccionales y el rechazo a la represión.
Al decir del propio Comandante en Jefe, explicó el especialista, en la Universidad de La Habana se hizo revolucionario, no obstante, la ciudad que lo acogió en la infancia constituyó semilla de su rebeldía y espíritu libertador.
Durante la etapa neocolonial, la mayoría de los intentos por ocupar el poder, movimientos golpistas y organizaciones políticas y estudiantiles tuvieron lugar en la capital, sin embargo, el joven Castro rompió esquemas y ensayó nuevos caminos al escoger como centro de operaciones a la efervescente Santiago de Cuba.
Nítidos ejemplos de la confianza del Líder en el pueblo santiaguero, y su reciprocidad, lo constituyen el refugio y cuidados brindados a asaltantes al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, y el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956, plan diseñado para todo el país con una instantánea y unánime respuesta del territorio indómito.
Amante de la tierra santiaguera, su geografía, su gente y su historia, el paradigmático guía manifestó desde los inicios de la Revolución triunfante el agradecimiento al territorio que le abrió las puertas de la victoria y, cinco lustros más tarde, patentizó su legado mediante el otorgamiento del título de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
A 98 años de su natalicio, Fidel deviene imagen viva y constante que acompaña a los cubanos en cada batalla de la contemporaneidad, en tanto su presencia en el altar erigido a la Patria en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia constituye impronta del eterno homenaje a quienes lo antecedieron en el combate por la igualdad.
Tras más de siete décadas como testigo del crecimiento político del invicto Comandante, Santiago de Cuba es heredera de su absoluta lealtad a los principios defendidos por héroes y mártires, y reproduce su ejemplo mediante la defensa cotidiana de los logros socioeconómicos de que disfrutan sus hijos.
Fidel Castro, símbolo de lucha, resistencia y dignidad, colocó en el mapa geopolítico global de mediados del siglo XX a la isla antillana desde la heroica tierra oriental y, con el rotundo triunfo de enero de 1959, devolvió la esperanza a los pueblos de América Latina oprimidos por el imperialismo.