Valeska Martínez Palacios tiene casi dos años y aunque todavía es demasiado temprano para decidir su porvenir, no olvidará su primera infancia, rodeada de un amor que para muchos solo proviene de la familia; pero en su caso brota del corazón de unas pocas mujeres en un hogar donde permanece durante el día.
La casita infantil Futuros Galenos, del hospital pediátrico provincial Pepe Portilla, de Pinar del Río, ha sido esa morada segura desde que en el mes de mayo abriera sus puertas para hijos de trabajadores de la institución sanitaria, necesitados de un centro para su cuidado y educación integral.
Y aun cuando los 53 menores que allí asisten optarán por las más disímiles profesiones en la adultez, sin dudas la casita constituye un digno homenaje al personal médico y de apoyo que en cada jornada vela por el bienestar de los infantes de toda la provincia.
Los comienzos, difíciles y hermosos
Valeska es hija única y muy amada en su hogar, asegura su madre Imandra Rosa Martínez Palacios, médico psiquiatra del “Pepe Portilla”, una de las beneficiadas con la casita y que hoy agradece la iniciativa.
Llegó aquí como parte del primer grupo de 15 niños que entró, una vez inaugurada; yo estaba terminando mi licencia de maternidad y me dieron la posibilidad de matricularla, por lo que no perdí un día de trabajo, explica. La adaptación fue complicada para ella y para nosotros pues por primera vez nos separábamos desde su nacimiento, y eso le sucede a casi todos -sonríe-; pero nos encontramos un colectivo cariñoso, paciente, dispuesto a ingeniárselas para sacarle una sonrisa al rostro de cada infante.
Ha aprendido muchísimo con las titas y el resto de los niños del salón, una fortaleza de este tipo de instituciones; y me siento muy confiada por la atención que recibe y el esmero de todas, apuntó Imandra, de 38 años.
Esta es una labor que no se paga con nada; porque asumen la responsabilidad de cuidar a los niños como si fueran suyos, y de enseñarles lo que necesitan según su edad. Ella, por ejemplo, ha adquirido cierta
independencia, come sola, ha desarrollado su lenguaje; y esos son avances que reconfortan, añadió.
De no ser por esta casita quizás todavía estuviera en un listado a la espera de una plaza de círculo infantil o con una cuidadora particular, esta última opción muy cara y que no cuenta con las mismas condiciones ni preparación pedagógica, remarcó quien reside en el Consejo Popular Celso Maragoto, del municipio cabecera.
Ahora puedo salir todos los días a trabajar sin preocupaciones- a veces con consultas en los municipios- porque la niña está en muy buenas manos y alimentación adecuada. Todos se desviven por ella y por el resto.
Una casita, con todos
Como Valeska, otros 52 niños encuentran diversión y acompañamiento en Futuros Galenos, desde su llegada temprano en la mañana, la gimnasia matutina, las actividades independientes, los juegos de roles o las canciones.
Porque la casita es más que un centro para el cuidado, un espacio para el desarrollo de habilidades y conocimientos; y para el cumplimiento de esas metas confluyeron muchos brazos.
La doctora Mayté Cabrera Hernández, directora del hospital pediátrico, explicó que el Ministerio de Salud Pública, en relación con el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, indicó la creación de casitas infantiles en instituciones hospitalarias, las cuales siguieran iguales principios a los de los círculos tradicionales.
De manera conjunta laboraron allí los sectores de Educación y Salud Pública del territorio- incluyendo los trabajadores del "Pepe Portilla"-, de cara a concretar el proyecto en un local que hace algunos años funcionó como círculo infantil y luego fue transformado para atender a menores con COVID-19 y dengue.
Siguiendo estrictamente el manual metodológico para la creación de las casitas infantiles acondicionaron los dos salones múltiples, los baños, el pantry; y hoy acuden niños de segundo a quinto años de vida, de la
mano de ocho docentes y dos trabajadoras de los servicios.
Fue numerosa la cifra de féminas de otros centros del municipio capital que contribuyeron en la confección de medios de enseñanza y artículos para la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.
En menos de tres meses ya teníamos listo el local, aseveró Ana Isa Vilaú Chamizo, jefa del área del Policlínico de Especialidades, muy cercana a la casita.
Otras de las fortalezas, sin dudas, radican en el hecho de contar con cocineros especializados en la nutrición de pequeños y todo el personal médico de la institución hospitalaria para asumir las urgencias que puedan presentarse en los menores.
Manos y corazones "experimentados"
A la entrada de la casita, un rostro ya conocido por cada niño y familiar los recibe cada mañana con un Buenos días, y una sonrisa.
La Máster en Ciencias Pedagógicas Dora Garrido Reinoso no lo pensó dos veces para asumir allí como educadora responsable y reincorporarse luego de su jubilación, pues quería aportar su sobrada experiencia en círculos infantiles.
Con la misma destreza con que vela porque todo funcione cual "reloj suizo", asegura que se tienen en cuenta los logros del desarrollo del infante en cada etapa, se dosifican y planifican las actividades según los contenidos a trabajar; y que resulta imprescindible el apoyo de la familia.
Orgullosa, apunta que los padres manifiestan su alegría porque ven el aprendizaje de sus hijos; "y eso se debe a un personal calificado", enfatiza.
Todas proceden de círculos infantiles y no hemos dejado de tener la asesoría metodológica de la dirección municipal de Educación; además del vínculo permanente con el Pediátrico, que nos permite- asimismo- diagnosticar a los niños para detectar necesidades educativas y trabajar con ellos en las actividades programadas durante el día, dijo Garrido Reinoso.
Destacó, igualmente, los lazos que han estrechado con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), a partir de su relación con el hospital; y han recibido donativos.
Higiene, confort, pero sobre todo amor, distinguen a la casita infantil Futuros Galenos; y eso va en los corazones de quienes día a día se esfuerzan por esos seres que, como Valeska, constituyen la esperanza del mundo. Y lo hacen sin pompas ni buscando reconocimiento.
Porque lo sentenció José Martí hace más de un siglo: "Las cosas buenas se deben hacer sin llamar al universo para que lo vea a uno pasar. Se es bueno porque sí; y porque allá adentro se siente como un gusto cuando se ha hecho un bien o se ha dicho algo útil a los demás. Eso es mejor que ser príncipe: ser útil". (Evelyn Corbillón Díaz, ACN)