El primero de mayo de 1961 los habaneros confluían en una de las gigantescas concentraciones en la entonces Plaza Cívica para celebrar la fecha de los trabajadores, con el entusiasmo íntegro por el triunfo de Playa Girón, ocurrido apenas dos semanas antes, y a la espera del discurso del líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz, para conocer las nuevas tareas que anunciaría.
Pero pocos pudieron suponer que Fidel convocaría a una nueva batalla, muy diferente, con el anuncio de la Ley de Nacionalización de las Escuelas Privadas y la reforma integral de la enseñanza, que se harían efectivas el 6 de junio.
La Ley enunciaba los principios del nuevo sistema basado en la enseñanza pública y gratuita, y la responsabilidad del Estado mediante el Ministerio de Educación y otras instituciones, que deberían demoler los moldes arcaicos y excluyentes de la vieja sociedad en que también la educación era privilegio de las clases acomodadas.
Uno de sus artículos establecía la nacionalización y la adjudicación a favor del Estado cubano de todos los centros de enseñanza privados y definía las principales formas institucionales del Ministerio de Educación.
Sin embargo, la iniciativa legal era solo parte de una profunda transformación de la enseñanza en la Cuba republicana, denunciada en sus miserias y carencias desde la autodefensa de Fidel por los hechos del Moncada en la que expresó que la Isla con una población de apenas seis millones de habitantes, casi la mitad de ellos tenía menos del tercer grado de escolaridad, incluyendo un millón 590 mil que no tenían ningún grado aprobado mientras miles de maestros estaban sin trabajo por carecer de escuelas y planes de enseñanza efectivos.
La Revolución triunfante del primero de enero de 1959 heredó 700 mil analfabetos adultos y unos 600 mil niños en primera infancia sin escuelas ni maestros, de los cuales alrededor de 10 mil estaban desempleados sobreviviendo en otras ocupaciones ante la indiferencia del sistema que utilizaba los presupuestos de educación para el robo y el latrocinio de la cúpula batistiana, siguiendo una triste tradición de los gobiernos anteriores.
Aquella situación y la necesidad de revertirla se convirtió en objetivo fundamental del Programa del Moncada, que junto con el problema de la explotación de los campesinos carentes de tierra pretendía en general erradicar la precaria vida del pueblo trabajador.
Desde enero de 1959 comenzaron a cumplirse esos propósitos. Los cuarteles pasaron a convertirse en escuelas, y ningún maestro quedó sin trabajo y se creó el Contingente de Maestros Voluntarios que llevarían la ilustración a remotos lugares rurales del país, antecedente de la Campaña Nacional de Alfabetización que libraría a los cubanos del flagelo del analfabetismo, a fines de 1961.
En este contexto la Ley de Nacionalización de la Enseñanza, anunciada ese histórico primero de mayo de 1961 y aplicada el 6 de junio, hace 63 años, inició una profunda Revolución educacional y erradicó los lastres de la ignorancia acumulada en la Isla por más de 50 años de regímenes pro imperialistas.
Permitió que Cuba en la actualidad, a pesar de las dificultades internas y las carencias causadas por el bloqueo económico, comercial y financiero estadounidense, siga manteniendo un sistema de educación considerado uno de los mejores de la región y el mundo. (Por Jorge Wejebe Cobo, ACN).