Festejando su nacimiento el 23 de agosto de 1960 la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) es más que un ente histórico cobijado por los recuerdos y los deberes, pues su latir se ha actualizado en las nuevas generaciones con múltiples tareas afines al resguardo de la emancipación y al homenaje perenne de su fundadora, una compañera de combate de primera línea llamada Vilma Espín Guillois.
Desde su enorme estatura de luchadora por la libertad en el Llano y en la Sierra Maestra, del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y de la lucha frontal armada guerrillera, Vilma encarnó la audacia, la valentía y ternura de la mujer cubana, cumpliendo propósitos inclusivos y empoderadores de la mujer en tiempos en que las costumbres patriarcales aún ataban sus alas.
Y ese movimiento transformador de mentalidades y de vidas se hizo en Cuba siempre tomando los mejores resortes del amor, sin ir en detrimento de la familia, buscando y priorizando la atención y educación de niños y jóvenes, de los ancianos, en sinergia armoniosa y rica, que buscó siempre el cambio sin contradicciones antagónicas dentro de la sociedad unida en lo esencial y sin odios.
Pareciera intrascendente hablar de eso ahora, pero es importante reconocerlo en momentos en que las discrepancias agudas y los rencores son atizados por la maquinaria feroz de las matrices que desde el exterior se ordenan contra Cuba en una guerra mediática que va por su cuarta y quinta generación, tendiente a dividirnos y a que no se aprecien los logros ganados en la historia.
Es por eso que la FMC late hoy más que nunca, en medio del despliegue intenso de todo un pueblo por mejorar sus resultados económicos, cumplir programas de desarrollo, garantizar la defensa y soberanía del país, vencer el recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero, y continuar la obra siempre inacabada y perfectible de la igualdad plena de la mujer. En fin, muchas tareas generales más.
La organización tiene objetivos e intereses muy propios, en los cuales siempre ha puesto su mano y sus ideas, como seguir combatiendo los rezagos abatidos pero no eliminados del machismo y de la cultura patriarcal que lamentablemente ponen obstáculos a la vida de algunas, aunque no a la gran mayoría. Siempre se podrá avanzar más, esa es la meta.
De modo que, si bien existen los mecanismos institucionales para el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer, y funciona todo un sistema educativo, sanitario y de justicia actualizado y en pie, la organización femenina sigue buscando la manera de no perder, sino ampliar, el espacio que ganó con gran energía desde los albores del triunfo de la Revolución.
Estar en los esfuerzos de la economía y del desarrollo social en todas sus formas es importante, pero también lo es latir en el día a día del sector comunal, en la vida familiar, con un sentido que siempre vincule más y mejor a los cubanos, en pos de sus metas e intereses individuales y colectivos.
En un país donde existieron las heroínas Mariana Grajales, Madre de la Patria, la precursora de las luchas por los derechos de la mujer Ana Betancourt, revolucionarias valientes como Celia Sánchez, Haydée Santamaría, Melba Hernández, Lidia Doce, Clodomira Acosta y otras eminentes en diversos sectores como el de la educación y las ciencias, sobran los ejemplos inspiradores.
Llama la atención que las cubanas insisten en no replegarse de nuevo a sus casas, a pesar de que hoy están en el centro del esfuerzo muchas veces titánico que se realiza a nivel de la familia por el sustento y la atención a los pequeños y los vulnerables.
Y tampoco es necesario ser dirigentes o destacadas en algún sector vital, aunque enorgullecen mucho las que alcancen esa condición. En la Cuba de hoy la mujer que trabaja codo a codo por la sociedad, en las condiciones de enfrentamiento al duro bloqueo que recrudece la vida, es una suerte de heroína que merece el homenaje de todos. Y eso su Federación lo sabe.
Ello no implica una contradicción sino una fortaleza. Prueba de que hasta la más sencilla ha sabido crecerse, sin embargo muchas veces es una realidad tan cotidiana de la que nadie parece darse cuenta. Por eso es importante que pueda acogerse y participar en los programas sociales y de ayuda que siguen abriéndose paso con el apoyo infaltable de la FMC, que continúa ahí en los caminos de avance.
Posibilidades de estudio, empleos dignos, calificación técnica, trato humano, siguen convidándola a contribuir con el presente, por muchas dificultades que vencer haya.
Hoy, cuando las hijas de esta tierra gozan del privilegio de recibir igual salario que el hombre por el mismo trabajo, algo que incluso no se disfruta en países desarrollados, como ya se sabe, eso también es motivo para creer que tanto esfuerzo no ha sido en vano.
Esta conquista, además de responder a la voluntad política de la Revolución, responde a la fuerza y al respeto ganado por la organización que las ha sabido representar.
Jornadas alegres y de intenso trabajo matizan por estos días el existir de las cubanas. El camino es arduo, pero tienen el arrojo de continuar, sin detenerse. (Marta Gómez Ferrals, ACN)