La huella fructificada de Rafael María de Mendive

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ACN - Cuba
Por Marta Gómez Ferrals
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22 Noviembre 2024

A 138 años de su fallecimiento, el 24 de noviembre de 1886, el tiempo parecería tal vez demasiado largo para el recuerdo y el homenaje si no se tratara de reencontrarnos con Rafael María de Mendive, llamado también “maestro de maestros” por ser el mentor principal del José Martí adolescente, en quien forjara valores definitorios, como lo hace un padre.

   Quizás porque el binomio compuesto por el Héroe Nacional de Cuba y Mendive como fuente de estudio y evocación despierta tanta sensibilidad, pasa a segundo plano la búsqueda del conocimiento, no tanto de los méritos que se le infieren, sino de la vida de ese noble hijo de esta tierra, poeta y escritor, luchador ferviente por la justicia, además de pedagogo eminente.

   Tratar de acercarnos más al intelectual patriota y revolucionario Rafael María de Mendive, conocerlo a fondo, es algo que se le debe todavía, sin olvidar que fuera ese hombre comprometido con la causa de la independencia de Cuba la persona que sembrara y fomentara en Pepe Martí y su amigo del alma, Fermín Valdés Domínguez, el amor por la libertad, el interés por los humildes y la justicia.

   Vino al mundo en La Habana el 24 de octubre de 1821 y en la niñez sufrió el dolor del fallecimiento de sus padres.

   Creció bajo el amparo de un hermano mayor, encargado de darle esmerada educación y sólida formación humanística. En 1834 ingresa en el Seminario de San Carlos, donde cursó estudios de Derecho, Filosofía y Latinidad, de ellos egresó exitosamente como Licenciado, con 17 años cumplidos.

   Luego elige viajar al extranjero, en periplo que le posibilitó conocer e intercambiar con connotados librepensadores en política e intelectuales que vivían en el destierro debido a sus ideales y pensamiento anticolonialista.

   Conoció entonces  al extraordinario padre Félix Varela, eminente pedagogo; y a José Antonio Saco.

   Fue una temporada rica en su creatividad literaria, en especial su lírica, pues el amor por la poesía era parte de su más honda afición. De 1847 datan sus primeros poemas conocidos.

   Su carrera  en las letras se robusteció cuando versos suyos fueron incluidos en la antología Poetas españoles y americanos del siglo XIX, entre otras ediciones de  prestigio de la península.

   Al retornar a Cuba se afilia a la Sociedad Económica de Amigos del País en 1856 y además escribe para varias publicaciones como la Revista Habanera, Álbum de lo Bueno y lo Bello, y el Diario de La Habana.

   Fundó el Colegio San Pablo en su propia casa, convertido en centro de reuniones literarias y patrióticas, y vino la época en que se convirtió en el  admirado e influyente maestro de José Martí, por quien se preocupaba hasta de su bienestar material y la continuidad de sus estudios, conociendo los pobres recursos de los padres del joven.

   Cuando escribió el drama poético iniciático Abdala, Martí era tan cercano a la vida y al pensamiento de Mendive que llegó a tener la oposición de su padre, Don Mariano, que no toleraba lo que él llamaba la infidencia política ni las ansias libertarias.

   Mendive fue encarcelado en el Castillo del Príncipe, cerraron el colegio y lo sentenciaron a cuatro años de confinamiento en España, debido a su actividad a favor de la lucha por la independencia iniciada el 10 de octubre de 1868.

   Al ser liberado se dirige en 1869 a España y luego viaja a  Nueva York, donde permaneció hasta 1878 y colaboró en varias publicaciones de lengua castellana.

   Cuando finalizó en 1878 la primera guerra libertaria cubana sin alcanzar sus objetivos, retorna a su tierra natal en la cual por un tiempo fugaz dirige el periódico liberal Diario de Matanzas y en 1883 publica la tercera edición de sus Poesías.

   Luego se le vio al frente del colegio San Luis Gonzaga de Cárdenas, pero enfermó y tuvieron que trasladarlo a La Habana, donde falleció.

   Un homenaje póstumo fue realizado en su memoria el 20 de diciembre de 1886, en el habanero Teatro Tacón, al que asistieron algunos representantes sobresalientes de la cultura nacional.

   Hoy por hoy la obra poética de Rafael María de Mendive carece de resonancia, quizás por su falta de difusión, aunque los críticos literarios que han llegado a ella reconocen valores muy estimables como su aprecio por las cosas sencillas y bellas de la vida.

   El Apóstol lo consideró un enamorado de la belleza, que la quería no solo en la escritura, sino también en todas las cosas de la vida para mitigar las penas del mundo, en una semblanza póstuma publicada en El Porvenir de Nueva York. Añadió que le gustaba recordarlo cuando en la noche fabricaba sus versos o hablaba de los caídos en el cadalso.

   Mendive publicó traducciones y dirigió el Diario de Matanzas (1878-1879) y se habla de la autoría de dramas inéditos, a veces bajo seudónimos  como Tristán del Páramo o Armand Flevié.

   Como ya hicimos notar, aunque algunos de sus versos fueron traducidos al francés y otros aparecieron en la referida antología de bardos españoles y americanos del siglo XIX, de Andrés Avelino de Orihuela, la fecunda lírica del  profesor no llegó a las cumbres de la permanencia en la actualidad.

   Pero es inefable la maravilla de conocerlo a través de la vida y obra de su protegido. (Marta Gómez Ferrals, ACN)