Solamente así, mediante un asesinato fuera de lo común, reflejo de impotencia y miedo, pudo evitarse que el Mayor General Vicente García González acompañara a los que, posteriormente a la Guerra de los Diez Años, continuaron organizándose para volver a la carga contra los españoles.
Este 4 de marzo se cumplirán 139 años de la muerte del insigne patriota de Las Tunas, quien tras exiliarse fue víctima de envenenamiento en una comida, con vidrio molido en un plato de quimbombó, en la comarca de Río Chico, Venezuela, que ejecutó el espía Ramón Dávila, en 1886.
De esa manera los peninsulares no perdieron la pista del genial mambí, para neutralizarle su pensamiento y accionar guerrero, protagonista de incontables batallas que puso en jaque a la metrópoli en varias acciones.
Sobre el deceso del León de Santa Rita, José Martí expresó: “Allá, en un asilo infeliz, moría tiempos hace, en la rústica cama, un general de Cuba, rodeado de sus hijos de armas, y se alzó sobre el codo moribundo, no para hablarles de los intereses de la tierra, sino para legarles, con el último rayo de sus ojos, la obligación de pelear por su pueblo hasta verlo libre del extranjero que le odia y le extermina”.
El Héroe Nacional de Cuba evocó a Vicente García a manera de reconocimiento por ser el artífice de una de las gestas más importantes de la Guerra de los Diez Años, la Toma de Las Tunas en 1876, en la que los españoles depusieron las armas. Y tres días después de la liberación de la comarca antes de la retirada, optó por incendiar su ciudad.
En esa acción, que comenzó por su propia casa, pronunció su conocida frase: Tunas con dolor en mi alma te prendo candela, pero prefiero verte quemada antes que esclava.
También es evidente la actitud de Vicente García al acompañar a Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá, y el hecho de haber sido General en Jefe del Ejército Libertador y Presidente de la República en Armas.
Nacido en la Calle Real, hoy Avenida Vicente García, de la ciudad de Las Tunas, los lugareños lo recuerdan cada año con la reedición de la Toma de la ciudad el 26 de septiembre de 1876.
El sitio donde vivieron el General García, con su esposa Brígida Zaldívar e hijos, hoy funciona como Memorial que lleva el nombre del patriota, donde un espacioso salón es empleado para desarrollar ceremonias políticas y sociales.
Y en el interior del inmueble se exhibe su principal reliquia: el machete de combate del excelso mambí.