La vida en Vega del Jobo (+ Fotos)

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ACN - Cuba
Haila Chacón Rodríguez | Fotos: Dianelis Díaz Bueno y Liubis Balart
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19 Marzo 2025

   Éramos un grupo de intrépidos periodistas, fotógrafos, estudiantes de Periodismo, como parte de la Cruzada de la Prensa, en marcha hacia Vega del Jobo que,  rodeado por lomas que superan los mil metros de altitud, se encuentra en plena Sierra del Purial.

   Arrimados a la cama de un vehículo Kamaz, el cual abordamos en la cabecera municipal, emprendimos el viaje; dejamos atrás la zona semidesértica de la franja norte de Imías y atravesamos el serpenteante viaducto La Farola, una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.

   El trayecto por estos dominios de Guantánamo nos regaló una exuberante vegetación; las diversas plantaciones ofrecían un cuadro multicolor en el que las montañas parecían besar las nubes y un manto verde cubría el fondo del precipicio; el viaje era no apto para cardíacos, y en ciertos momentos, el camión parecía desafiar los límites de la vía.

   Hasta llegar a la cúspide de Alto de Cotilla, el paisaje se adornaba con pinos, palmas reales, cedros, majaguas, helechos gigantescos, cafetos y cacaoteros, principales producciones de los lugareños que, se entrelazaban con la belleza natural hasta alcanzar Vega del Jobo, donde la naturaleza revela todo su esplendor.

   Nos recibió gente sencilla y cálida; solo hubo tiempo para calmar el estómago antes de emprender el camino hacia donde José Martí y Máximo Gómez fueron acogidos por la familia Pineda a días de aquella noche gloriosa del 11 de abril de 1895, al desembarcar por Playitas de Cajobabo.

   Con agendas, cámaras y agua en mano, nos adentramos por varios kilómetros de senderos pedregosos y de difícil acceso; la curiosidad de un puñado de aventureros dispuestos a recorrer y preservar la memoria histórica de la provincia, nos estimulaba a seguir adelante y compartir experiencias con los habitantes de las serranías.

   Finalmente, llegamos a la vivienda de Antonio Pineda Laffita, técnico agrónomo y nieto de José Pineda y Gregoria Rodríguez, en cuya casa los jefes mambises establecieron su cuarto campamento y aunque la casa original la destruyó la inclemencia del tiempo, Antonio relató con profunda emoción cómo su familia cuidó y atendió a aquellos héroes, les lavaron las polainas y botas y les ofrecieron alimentos antes de que continuaran su camino.

   Con orgullo, Antonio compartió que transmite el ideario de Martí a su generación; para su familia vivir allí es un honor y nunca han pensado en irse.

   El monumento que inmortaliza este suceso, se encuentra frente a la casa de los Pineda, ubicada en el Institución Educativa Abel Santamaría Cuadrado, sin embargo, su estado suscita inquietud, porque apenas se descifra su inscripción; nos preguntamos si habrá que esperar mucho más para que este sitio histórico reciba la restauración que tanto merece.

   Por un estrecho y escabroso sendero en El Pino de Jobo Arriba, Alexander González Utria descubrió hace tres años una fuente de gas termogénico y desde entonces, él y otros vecinos de la zona se benefician de ese hallazgo que reveló la existencia de otros lugares similares.

    Cuenta el propio Alexander que los expertos de Cubapetróleo confirmaron que el combustible no es tóxico y se realizan investigaciones para potenciar su uso en la región.

   

Entre las historias que emerge en de esta comunidad, destaca la de Esther Cobas Fuentes, una mujer de 62 años de edad que, luego de la amputación de una pierna por la diabetes, hace tres meses, encontró en su Proyecto de la Infancia un nuevo propósito: comparte sus habilidades en corte y costura con seis niñas del vecindario, les enseña a confeccionar alfileteros, servilletas, bolsos y almohadas, entre otros, lo cual no solo contribuye a su sustento económico, sino que también resuelve problemas comunitarios, como el arreglo de uniformes escolares.

   La vida en el Consejo Popular Vega del Jobo, a 45 kilómetros de Imías, la capital municipal, y a 127 de la ciudad de Guantánamo, se despliega en un mosaico de más de dos mil personas; allí se erigen ocho grupos electrógenos, una farmacia, cuatro Salas de Televisión, tres Unidades Básicas Agropecuarias, una Clínica Estomatológica, 14 Escuelas Primarias, una  Hidroeléctrica,  una torre de televisión, un vivero tecnificado y otras entidades que dan vida a la comunidad.

   Los pobladores se benefician de paneles solares fotovoltaicos, pero la Escuela Secundaria Básica en el Campo depende de la hidroeléctrica y en tiempos de sequía, la oscuridad se cierne sobre sus aulas, comenta Maignoidis Laffita Páez, presidenta del Consejo Popular.

   La gastronomía local es un festín para los sentidos: bacán perdido, coquíriqui, guanimo, enchilado de camarones y arroz con jaiba son solo algunas de las delicias que deleitan el paladar de los habitantes de Vega del Jobo; el café con guarapo se convierte en un ritual cotidiano, poco conocido en las áreas citadinas.

   Tras una jornada de extensa caminata por estos parajes agrestes y hermosos del municipio de Imías, una caldosa caliente que sabe a gloria nos abrazó con su calor, mientras un breve concierto de changüi nos envolvió en melodías que resonaban como ecos de historias antiguas.

   Al compartir con esta comunidad que aprovecha la inteligencia colectiva para generar soluciones locales a sus problemas, uno no puede evitar dejarse llevar por la brisa suave que acaricia el rostro y por las narrativas ocultas de cada rincón, esperando ansiosas por ser contadas; así es Vega del Jobo, un lugar indiscutiblemente hermoso, lleno de vida e historia.