Las Terrazas son mucho más que la patria chica de Polo Montañez

Compartir

ACN - Cuba
Mando Arreola | Fotos: Rommell González Cabrera
30
08 Febrero 2025

    Aunque solo la referencia al cantante y compositor Polo Montañez concita interés por la localidad, pues allí vivió durante años, Las Terrazas, un poblado en el occidente del país, prueban lo posible de proteger y desarrollarse en sintonía con la naturaleza.

    Fue la patria chiquita del intérprete de numerosos éxitos musicales que perfiló en ese territorio, interpretó y luego saltó a la fama desde ese lugar de ensueño.

   A unos 50 kilómetros de La Habana se localiza ese experimento rural de desarrollo sostenible situado en la reserva de la biosfera Sierra del Rosario, antes perteneciente a la provincia Pinar del Río y hoy, a Artemisa.

   Se concentra esa experiencia en cinco mil hectáreas, cuyo objetivo fundamental, iniciado en 1968, incluyó tareas de reforestación, mejoría de las condiciones de vida de los montañeses y establecer vías de comunicación con la red nacional de carreteras.

   Empero la prueba de la economía sostenible llegó a más, en tanto se ha convertido en ejemplo para otras comunidades campesinas de Cuba y tal vez de otras regiones, porque ha sido de las pocas que ha demostrado que es posible mantenerse viva, floreciente, en desarrollo y  armonía con la naturaleza.

   Han pasado casi 60 años desde la creación en ese emporio natural, de una miniciudad de 22 hectáreas con servicios básicos para la vida moderna como electricidad, acueducto y alcantarillado, laguna de oxidación, servicio de gas y comunicaciones telefónicas, las cuales nunca hubieran llegado a zona tan intrincada de no mediar una voluntad de valerse del ecosistema con inteligencia y cuidado.

   A partir de finales del siglo XX, la localidad cobró presencia internacional mediante la apertura de centros turísticos como el hotel de igual nombre que la localidad, restaurantes y otras atracciones para los visitantes.  

   El pequeño poblado lo adornan casas construidas mediante un sistema de prefabricado conocido por  Sandino, el cual se modificó en aras de armonizarlo con los accidentes del paisaje, la topografía y hasta con los árboles que en algunos casos forman parte del interior de las residencias.

Respeto a la naturaleza

  Con tal nivel de respeto a los valores naturales, es ostensible que creció la autoestima, el sentido de pertenencia e identidad de la población, manifiesto en un orgullo notorio demostrado en la defensa y mantenimiento de las obras y su entorno.

   Dentro del paisaje cultural rural en la nación, la comunidad Las Terrazas representa un caso singular por los valores arquitectónicos, formales, paisajísticos y el adecuado diálogo entre naturaleza e infraestructura creada por el hombre, y por el logro de haber conservado durante más de cinco décadas su integridad y haberse enriquecido a lo largo de su evolución.

   Sesenta y dos científicos nacionales y 20 extranjeros están involucrados en la investigación y monitorización de la comunidad e incluso han mejorado la reforestación tropical, agricultura y la ecotecnología local, mediante el desarrollo de biofertilizantes que contienen diferentes mezclas de hongo mycorrhizae.

   Quizá uno de los elementos más interesantes resulta su vínculo con el café, del cual se dice alberga lo que fue la primera plantación de gran envergadura en el Nuevo Mundo y se ven ruinas de pequeñas fincas en algunos lugares de la declarada Reserva de la Biosfera en 1985 por la Unesco.

   Hay una considerable área para secar el aromático en un rancho cercano llamado Buenavista, en el cual la técnica y la maquinaria del siglo XIX están bien conservadas, y pueden ser de interés para los visitantes conocer la forma en que se trabajaba en la época.

   El centro de la industria del ocio en el territorio radica en el Hotel Moka, levantado en el Valle de San Juan al pie de la Loma del Salón, con estilo que favorece el respeto a la flora, la cual a su vez contribuye a embellecer a ese íntimo inmueble, de 26 habitaciones (25 estándares y una suite).

   Como complemento del recinto hotelero, una infraestructura que apunta a integración del turismo con la comunidad: la Fonda de Mercedes, espacio que facilita el contacto del visitante con la familia cubana de esos dominios sobre la base del rescate de tradiciones culinarias de la localidad.

   También se encuentra el restaurante Rancho Curujey que atrae sobremanera por su ubicación junto a un lago y frente a una montaña, con  oferta que se fundamenta en la gastronomía cubana.