Todo aconteció de modo salvaje: la noche del 13 de agosto de 1957 apenas había caído y a las puertas del cine Martha, del poblado occidental de San Juan y Martínez, en Pinar del Río, esbirros batistianos asesinaron a mansalva a los hermanos Luis y Sergio Saíz Montes de Oca, de solo 18 y 17 años, respectivamente, dos revolucionarios casi niños que se disponían a homenajear al líder Fidel Castro en el día de su onomástico.
Se trataba empero de destacados combatientes contra la dictadura pues el primero era Coordinador del Movimiento 26 de Julio en el municipio y, el segundo, jefe de Acción y Sabotaje de esa organización, a pesar de que todavía no habían abandonado totalmente la adolescencia.
Afiliados los dos igualmente a las células del Directorio Estudiantil Revolucionario, que también nucleaba a lo más granado de la juventud cubana, en su mayoría patriotas afincados de lleno a la lucha por la justicia social y el enfrentamiento sin cortapisas ni miedos al gobierno de Fulgencio Batista, instaurado en el poder tras un golpe de estado en 1952.
Luis se había incorporado en La Habana, a partir de 1955, cuando cursaba el primer año de Derecho en la Universidad.
Sergio lo hacía como dirigente estudiantil del Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río, muy identificado todo el tiempo en pensamiento y acciones a los mismos ideales patrióticos de Luis, el primogénito.
Quienes los conocieron los recordaron siempre con admiración y cariño pues los hermanos Saíz Montes de Oca se distinguían por su sencillez y la afabilidad con todo tipo de persona, sin importar su clase social.
Gracias a sus padres recibieron educación esmerada, que les inculcaron la sed de conocimientos, la lectura, el civismo, el apego al pensamiento martiano y a la cultura universal, la honradez y el amor a la Patria por encima de todo. Una gran armonía reinaba en la familia.
Fue muy hermoso y rápido el proceso de convertirse en hombres revolucionarios, empezando por la toma inicial de conciencia casi en la niñez, luego con el uso de la fuerza de la palabra y más tarde cumpliendo acciones concretas, en tanto sus trayectorias estudiantiles transcurrieron con gran unidad entre hermanos que al parecer nunca conocieron celos o rivalidades usuales.
Manifestaron siempre su inteligencia y madurez desde la etapa de alumnos de primaria en la escuela José de la Luz y Caballero, en San Juan y Martínez, y también su civismo e ímpetu para combatir lo mal hecho. Luego, en secundaria, vino el periodo de los mítines, huelgas y movilizaciones escolares con los hermanos Saíz en el centro de todo.
La inspiración poética les llegó temprano y en el caso de Luis, además de su lírica hizo artículos y cuentos documentos en los que, casi todo el tiempo, se evidenciaron su disposición combativa a favor de las causas nobles, su apego incluso al marxismo. Sergio también fue brillante en la oratoria y buen versificador.
Mostraban similar atracción por la música, el teatro, la amistad y la vida familiar, aunque supieron armonizar esos intereses con la dedicación llena de bríos al combate y la Revolución, de manera increíblemente madura, como los mayores que los rodeaban.
Durante la estancia de Luis en la capital cubana, cuando cursó el primer año de Derecho, se acercó a las organizaciones de la vanguardia estudiantil dirigidas por José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez. En la propia urbe; además, recibió clases de tiro con armas de fuego.
Tras el cierre de la Universidad decretado por la dictadura, el 30 de noviembre de 1956 regresó a su natal San Juan y Martínez, no obstante esperaba poder reanudar más adelante los estudios superiores, con el empeño de sumar, a las materias jurídicas, un doctorado en Filosofía.
Pero su pueblito natal amado ya no era el mismo, al ser también sacudido por la convulsión que reinaba en muchas partes del país, donde crecían la actividad revolucionaria y el apoyo a los combatientes de la lejana Sierra Maestra. Es el momento en que ambos integran las filas del “26 de Julio”.
En muchos ya existía la percepción de que la existencia de los revolucionarios no valía ya dos centavos para los sicarios batistianos. Estaban expuestos a la persecución, la tortura y la muerte. Pero Luis y Sergio Saíz continuaron, con la misma luz y fuego que animó a Frank y Josué País, a José Antonio y tantos jóvenes cubanos.
Llegados al punto del fatídico 13 de agosto de 1957 en que murieron, dicen que cuatro días antes del crimen Sergio, muy inspirado, escribió su Elegía a Carlos Marx.
Previamente, sobre sus convicciones había expresado: “Es sentir muy dentro un latir de Patria, es cargar bien pronto con las responsabilidades de un futuro más justo y digno, es guiar al ciego y llevarlo al porvenir. Es dolor por el espectáculo de un pueblo que como quiere pan y circo y solo pan y circo, no mira quién se lo da”.
La Asociación Hermanos Saíz (AHS) organización fundada en 1986 en homenaje a ambos héroes, estimula hoy en todo el territorio nacional la creación juvenil cultural y revolucionaria, y no cesa de sentirse orgullosa de la estirpe de esos jóvenes.