Cuando el 26 de mayo de 1964 coincidió con el aniversario 165 del natalicio de Felipe Poey Aloy, el más universal de los naturalistas cubanos, surgió el museo que lleva el nombre del notable científico en los estudios ictiológicos y que este domingo acumulará seis décadas de vida.
En un principio, abrió sus puertas al público en el edificio del Capitolio de La Habana y de inmediato sus exhibiciones impresionaron a una considerable cantidad de visitantes y llegaron a ser muy populares en el país.
Sin embargo, tres años después lo trasladaron a su actual sede en Obispo 61, corazón del centro histórico de la capital al que aporta, como lienzo indispensable, la presencia de la naturaleza cubana que diera sustento a tanta historia Patria.
En su nueva cuna el Museo Nacional de Historia Natural, además de reunir a un colectivo de científicos de excelencia, museólogos y técnicos cada vez más preparados, continúa su quehacer promocional.
El colectivo prosigue su labor de informar, organizar y catalogar colecciones como fuente primaria del conocimiento científico de la naturaleza del Caribe, y fomenta programaciones culturales y educativas de mayor alcance y eficiencia comunicativas, a la vez que aspira a completar sus exhibiciones más importantes y atractivas.
1959: año insigne del museo
Hay plena coincidencia en que el Museo Nacional de Historia Natural en Cuba solo comenzó a hacerse realidad a partir del triunfo de la Revolución, en enero de 1959.
En ese año, destacados naturalistas y profesores universitarios compartieron con el capitán Antonio Núñez Jiménez, la necesidad de reunirse con el Comandante en Jefe Fidel Castro para explicarle la importancia y necesidad de disponer de un centro de ese tipo.
Sobre todo para completar el grupo de instituciones básicas para cualquier nación preciada de su interés por el desarrollo humano en lo económico, científico, educativo y cultural en general.
La dirección del país respaldó la iniciativa y el propio Fidel aprobó la creación de la Comisión Nacional para la Creación del Museo Cubano de Ciencias Naturales, presidida por Núñez Jiménez.
El grupo debatió el proyecto y en sus actas de trabajo plasmó la idea de que sería una instalación de investigación cultural y de educación formal y no formal, que engrandeciera la historia y los valores de la naturaleza antillana.
Uno de los asuntos más debatidos consistió en la definición de su sitial, entre ellos la Ciudad Libertad, la del actual Consejo de Estado, el Tribunal Supremo, y hasta la construcción de un edificio en la esquina donde hoy se levanta la heladería Coppelia, pero la decisión final recayó en el monumental Capitolio de La Habana.
Desde aquellos primeros momentos, arrancó la preparación de sus exhibiciones, la formación y concentración de colecciones de rocas, minerales, fósiles, plantas y animales, específicamente cubanas y caribeñas, que permitieran testimoniar y con ello impulsar, los estudios científicos sobre este archipiélago y la región.
Hubo un cambio de apelativo del Museo Cubano de Ciencias Naturales al de Ciencias Felipe Poey, de acuerdo con una periodización de su proceso de constitución hasta el actual Museo Nacional de Historia Natural, de 1985-1995, que incluyó la reestructuración general de la misión y objetivos institucionales.
Por su trascendencia, lo incorporaron al Sistema Nacional de Ciencia y Técnica. Sus curadores pasaron a ser investigadores y les facilitaron herramientas de Comunicación Organizacional como disciplina imprescindible para el desarrollo.
Oficialmente crearon su Centro Docente, con un amplio programa en perfiles de apoyo a facultades universitarias como Geografía y Biología, entre otras; el Consejo Nacional de Patrimonio ratificó su categoría de Especial.
Recibe reconocimientos por aportes al desarrollo económico y social de La Habana, apoyo a los avances de la Sociedad Cubana de Geología, a las relaciones con el Instituto de Geofísica y Astronomía y por su constante labor durante 50 años en la protección, conservación y difusión del Patrimonio cultural.
Una obra científica notable en Cuba y en el exterior distinguió al museo que llevó su nombre, Felipe Poey Aloy (1799-1891), que este domingo 26 de mayo llega a los 60 años de existencia en recordación a quien formó parte del grupo de los 30 miembros fundadores de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, antecesora de la actual.