Parque Antonio Maceo: honor al héroe, la ciudad y la vida

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ACN - Cuba
Liodany Arias Tamayo | Foto: Yaciel Peña de la Peña
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24 Abril 2024

No es el principal parque de la ciudad, sin embargo, sus peculiaridades arquitectónicas y su apacible complicidad, hacen del “Antonio Maceo” un sitio emblemático, distintivo en la preferencia de los vecinos de Las Tunas.

   En él conspira la tranquilidad de un verde espacio, aderezado por la armonía que le impregnan lugareños y visitantes, y que convergen en los populosos bancos de granito y pasillos de mármol que lo distinguen.

   Y es que allí, entre los eclécticos inmuebles que bordean sus perímetros, desde hace más de un siglo los tuneros encontraron el lugar idóneo para sentir los aires de una ciudad en crecimiento, justo a las puertas del oriente cubano.

   Por algunos años, tras el inicio de la pasada centuria, el área sirvió de escenario para la presentación de funciones de circo y otras actividades socioculturales; no obstante, los comienzos del citadino ajetreo por esos lares se remontan a 1897, cuando las tropas norteamericanas levantaron su campamento en esa zona con la ocupación de la urbe.

   De sede fungió también tres años después, al convertirse en un exótico estadio de beisbol para la realización del primer juego de ese deporte en el territorio, partido que se llevó a cabo entre tuneros y foráneos.

   Las Tunas se transformó, las aspiraciones sociales crecieron y con ellas, las necesidades de más y mejores edificaciones. El terreno, como parte intrínseca del acontecer citadino, no escapó a la metamorfosis; primero como Plaza Mercado y luego Plaza Cristina, hasta que en 1912 comenzó la recaudación para levantar desde allí un parque con el nombre de Antonio Maceo.

   Según consta en las Actas del Ayuntamiento, que hoy resguarda el Archivo Histórico Provincial, para la encomienda se destinó un presupuesto inicial de dos mil 500 pesos a ejecutarse en 1914, dinero que se unió a los fondos recolectados por concejales, sociedades y pueblo en general.

   Así, durante ese propio calendario, se erigió el obelisco de cinco metros de altura con una estrella en la punta que inmortaliza a los hijos de esta tierra caídos en las luchas independentistas contra el yugo español y, en 1947, el busto al Titán de Bronce que le da apelativo al simbólico paraje.

   Como complemento, tras el triunfo revolucionario y en recordación a las heroicas mujeres que dedicaron sus vidas a la gesta libertaria, se creó una tercera obra: el monumento homenaje a las madres. Esa icónica escultura de una fémina con sus hijos, hace especial referencia a Brígida Zaldívar, uno de los más bravos ejemplos de patriotismo si de damas se trata, siempre al lado del más insigne de los mambises tuneros, el Mayor General Vicente García González.

   Importante significación adquiere también el “Antonio Maceo” cada 7 de diciembre, con una peregrinación desde allí hasta el cementerio local como tributo a los mártires por la liberación de Angola y en honor a la memoria de Maceo, quien cayó en combate ese día, pero de 1896.

   Entre flamboyanes, algunas palmeras y la sutil brisa que atraviesa las columnas de los portales que lo circundan, el parque se afianza cual favorito espacio para el abrazo, la intimidad, la sonrisa entre amigos y el juguetear de infantes.

   A solo unos 100 metros del “Vicente García”, su principal homólogo en el territorio, adquiere connotación cada jornada con el ir y venir de su gente y de esos que prefieren sus bancos para el descanso o el encuentro de las buenas compañías.

   Y es que, a la vez, el lugar promete una mirada de 360 grados a las disímiles edificaciones que lo envuelven. La filial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la dirección provincial del Ministerio de Educación, una emblemática farmacia que data de principios del siglo XX, la espaciosa y elegante  fábrica de tabacos Enrique Casals; así como un longevo edificio para la comercialización de productos artesanales, son algunas de las construcciones que le impregnan un sello distintivo.

   Peculiares resultan sus bancos, pues algunos aún se identifican con la designación de aquellas asociaciones o negocios que los donaron para el uso público. Obsequios que llevan la firma de El Liceo, Colonia Española, Fábrica de Mosaicos Domínguez, cerveza Polar y una amplísima gama de renombres comerciales y sociales de la pasada centuria.

   Aunque en 2018 fue centro de importantes renovaciones, nunca perdió sus dimensiones ni atractivos patrimoniales; todo lo contrario, las labores sirvieron de resurrección al sitio, al devolverle el esplendor con el retoque de los detalles y el redimensionamiento de sus valores funcionales.

   Pero la magia del parque está en las remembranzas de los vecinos que algún día jugaron en sus pasillos, en los apasionados amantes que al salir del Palacio de los Matrimonios se tomaron fotos que con orgullo cuelgan en las paredes; la magia también está en los niños protagonistas de las aventuras de hoy, en los jóvenes y adultos que continúan haciendo del “Maceo” su refugio en medio de la vorágine citadina.

   Es el espacio de encuentros, del amor y de los buenos instantes; no son pocos los tuneros que en él tienen su historia, no son pocos los que resguardan con orgullo algún pasaje vivido en los predios del antiquísimo rincón. Desde la apacibilidad del sitio, en el corazón de Las Tunas, se le rinde honores a Maceo, a la heroicidad de este pueblo y a la vida.