Rafael Acosta de Arriba (La Habana, 1953) descubrió en el estudio de la Historia de Cuba la auténtica pasión, sin obviar su inclinación hacia la crítica de arte y la creación poética. Desde joven se sintió fascinado por la personalidad de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, y durante años ha ido explorando más y más en el conocimiento de la vida de aquel hombre de vasta cultura y pensamiento político de hondura.
Su libro de ensayos “Los silencios quebrados de San Lorenzo” -con cuatro ediciones enriquecidas por el autor con nuevos aportes- es sin dudas un texto imprescindible para adentrarse en el ideario cespediano, y que confirma actualmente a Rafael Acosta de Arriba como la voz más autorizada en el tema.
El historiador, ensayista, poeta y profesor universitario reafirma la trascendencia de la frase del gran intelectual Fernando Ortiz de que “La cultura es la Patria”, utilizada como eje central del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Recuerda que en los siglos XVIII y XIX se constataba cómo el sentimiento de forjar una nación para sí estaba muy vinculado al concepto de Patria, y la cultura artística, literaria y científica de entonces tributaban a ese fin.
Los criollos de ultramar dejaron de serlo, para convertirse en cubanos, y en ese proceso tuvo mucho que ver la Guerra del 68. Quienes lideraron aquella revolución -pues fue una revolución, más que guerra o insurrección-, eran intelectuales, como Carlos Manuel de Céspedes, Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera, subraya Acosta de Arriba, y señala que el desarrollo de la cultura en esos próceres de la independencia de Cuba tributó directamente al concepto de Patria, como vasos comunicantes.
Cuando Céspedes y sus colaboradores se lanzan a la contienda, todos son patriotas. Quieren una Patria, no seguir siendo colonia de España, y dejaron de lado las ideas autonomistas, reformistas y anexionistas, para proclamar el independentismo como el camino a seguir.
De modo que la cultura artística y literaria entroncó con la vocación de cubanos muy de avanzada, de crear la Patria. Y por esas razones, la idea de Fernando Ortiz es muy acertada. La cultura cubana está en el centro, en el núcleo duro del concepto de Patria, enfatiza el entrevistado.
ABRIR CAMINOS A LA CULTURA POPULAR
Sobre el enlace histórico hasta llegar al actual proceso revolucionario, Rafael Acosta de Arriba rememora su participación en dos Congresos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba con la presencia de Fidel, y su gran preocupación por abrirle más caminos a la cultura popular.
De ahí surgieron algunas de sus iniciativas, como los instructores de arte, para que la cultura, las expresiones del arte y la literatura, llegaran a todo el pueblo.
“Aquellos congresos fueron para mí aleccionadores, al ver cómo el Líder Histórico de la Revolución se involucraba con los delegados a fin de encontrar, entre todos, los mejores caminos para profundizar el desarrollo de la cultura cubana”.
El destacado ensayista reconoce que el X Congreso de la Uneac llega en medio de una crisis prolongada, y espero, deseo, que los delegados sepan hallar las ideas, los caminos, las soluciones más viables para aportar a la solución de problemas de la sociedad, más allá de los concernientes al ámbito cultural, pues en estas circunstancias el pensamiento crítico es muy importante”.
Rafael Acosta de Arriba es también miembro de número de la Academia de Historia de Cuba, director de la centenaria revista de la Biblioteca Nacional “José Martí”, investigador, profesor universitario, crítico de arte, Orden “Carlos J. Finlay”, Premio Nacional de Investigación Cultural y autor de 27 obras.
Para él es sustancial lo planteado por José Martí en uno de sus brillantes ensayos: “Pensar es servir”. (Ileana González González, ACN)