Glay Chinea suma hoy nuevas razones para el orgullo de formar parte del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), que llega a sus 35 años de creado con la satisfacción de Abdala, la tercera vacuna anti COVID-19 más eficaz del planeta (92,28%), según ranking de la Organización Mundial de la Salud.
Al físico de 55 años de edad, 30 de ellos dedicados a la institución, este resultado le toca bien de cerca, en tanto es responsable del diseño de la proteína RBD (Dominio de Unión al Receptor por sus siglas en inglés), que sustentó a ese candidato vacunal y también a Mambisa, previsto para convalecientes y el único del orbe administrado por vía intranasal.
Con motivo a celebrarse el trigésimo quinto aniversario del centro, fundado el primero de julio de 1986 por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la Agencia Cubana de Noticias conversó con el eminente científico.
En exclusiva dijo que desde 1991 se insertó en la Dirección de Investigaciones Biomédicas, con un trabajo enfocado, en lo fundamental, al modelaje y diseño de péptidos y proteínas mediante el uso de métodos de bioinformática estructural y la caracterización experimental de las mismas a través de técnicas biofísicas.
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Con varias colaboraciones en proyectos de corte biológico y biomédico en el CIGB, y otras en institutos y universidades de Italia, Francia, España, Bélgica, Alemania, Venezuela y México, desde hace algunos años Glay lidera uno encaminado a la creación de antivirales contra el dengue, padecimiento que también compromete la estabilidad epidemiológica del país.
Tras la irrupción del SARS-Cov-2 en el contexto sanitario del mundo, el científico cubano concentró sus conocimientos y tiempo en buscar, al igual que otros expertos, una posible vacuna para contener la enfermedad.
Refirió que laboró indeteniblemente en el propósito de aportar al combate del padecimiento, primero en el diseño de péptidos sintéticos para su diagnóstico y luego en los modelos computacionales que originaron los dos candidatos vacunales mencionados.
En esos empeños contó con el acompañamiento y apoyo de la familia, principalmente de su esposa e hija, quienes también están involucradas en el enfrentamiento a la pandemia.
La primera dirige un proyecto de desarrollo de equipamiento para el monitoreo de la función pulmonar en el Centro de Neurociencias de Cuba (CNeuro) y la hija –estudiante de Biología- como voluntaria en el procesamiento de PCR en Laboratorios AICA.
Sencillez y humildad científica distinguen a Glay, quien advirtió que en este proceso poco importaba si su concepción u otra se concretaban en los candidatos vacunales contra el coronavirus, lo más valioso resultó –siempre- obtener vacunas eficaces y efectivas para Cuba y el mundo, significó.
Y de esta etapa de sacrificios colectivos, le admira el elevado nivel técnico de sus compañeros del CIGB, las fortalezas de la institución, la camaradería generada entre las áreas de investigación.
Agradece la osadía de todos para sobreponerse al impacto del bloqueo económico, comercial y financiero de los EE.UU., que afecta sensiblemente al campo biotecnológico.
En este período Chinea recordó la preocupación de Fidel por la salud del pueblo, vio su ejemplo encarnado en Miguel Díaz-Canel, Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, quien desde la detección de los primeros casos de COVID-19 en el archipiélago trabaja con el mismo objetivo.
Al respecto, comentó que el 19 de mayo de 2020 el mandatario se reunió con un grupo de investigadores de BioCubaFarma, en el CNeuro, y de ese encuentro salió el compromiso de desarrollar candidatos vacunales propios en tiempo récord: 13 meses después de esa fecha Cuba cuenta con dos fármacos eficaces en la prevención de la enfermedad sintomática.
Cuando en la década de 1990, la nación experimentó la epidemia de neuritis periférica, el líder histórico invitó a una delegación de organismos sanitarios internacionales para que ayudaran en la evaluación de la situación.
Pese a sus múltiples ocupaciones, en medio de la crisis del Período Especial, Fidel nunca se ausentó a esos análisis, precisó Glay Chinea, quien presenció varios de esos momentos que le marcaron su existencia y hoy le place contribuir, desde el CIGB a la calidad de vida de las personas.
Esta empresa de alta tecnología constituye para él un abrigo seguro para la investigación y superación permanente, el espacio donde transcurrió parte de su juventud y adultez, el lugar en el que sus compañeros sobrepasan la línea consanguínea y se abrazan como familia.
El CIGB es una entidad científica con mucha madurez y fortaleza en todas las etapas de desarrollo de los productos biotecnológicos, desde la investigación básica hasta los estudios clínicos y la comercialización, y que hoy cuenta con una juventud de vanguardia, capaz de sacar adelante la entidad con nuevos desafíos, como lo amerita Cuba, destacó.
Para Glay Chinea el centro representa mucho, más prefiere resumirlo en una frase: CIGB: ¡orgullo y esperanza de vida!