Cienfuegos, 18 sep (ACN) Para la doctora Mercedes Fonseca Hernández, especialista de segundo grado en pediatría, la consagración constituye la clave para el trabajo exitoso en zona roja, en la ardua batalla contra el SARS-CoV-2, virus causante de la COVID-19, en la provincia de Cienfuegos.
En declaraciones a la Agencia Cubana de Noticias expresó que no pudo cumplir misión internacionalista por problemas personales, por eso cuando en enero de este año le propusieron laborar en dicha área dio el paso al frente, primero en el Centro Especializado Ambulatorio Héroes de Playa Girón (CEA) y luego en el hospital infantil.
La Dirección Provincial de Salud me nombró la coordinadora para la COVID-19 en edades pediátricas en el territorio, estuvimos en el CEA hasta el 20 de julio pasado, en la atención a menores de un año y a niños de alto riesgo, comentó.
De acuerdo con la especialista, llegaron a tener nueve salas, "éramos alrededor de tres especialistas más los residentes para tratar a todos los pequeños ingresados", dijo.
Con el aumento de los casos positivos, a causa de la cepa Delta, necesitábamos un espacio más grande y nos trasladaron al tercer nivel del pediátrico Paquito González Cueto (HPU), recordó Fonseca Hernández.
"Poco a poco se sumaron médicos, hicimos un buen equipo, prácticamente una familia, por eso tenemos los resultados que exhibimos hoy, con la disminución de los casos pediátricos y los pocos infantes en terapia intensiva".
"Lo más triste lo viví cuando perdimos a la primera y única paciente, una niña de 12 años, pese a todos los esfuerzos del personal; es difícil, ves la muerte muy cerca y piensas que pueden ser los tuyos".
Fonseca González, con 32 años de experiencia en su campo, confesó que este tiempo ha sido de un esfuerzo y sacrificio inmensos para poder seguir el ritmo a los colegas, porque la profesión lo demanda, más en este escenario donde no faltan la presión, el estrés y el temor.
Mencionó que ha tenido un período de mucho compromiso, de llegar antes de las ocho de la mañana al HPU, entrar a zona roja y salir a las siete u ocho de la noche, en la visita a los pacientes de una sala a otra, en la toma de decisiones rápidas, "porque sabemos que en ellas les va la vida".
Cuando comenzó la intervención con Abdala al personal sanitario no pude vacunarme por ser alérgica al timerosal, argumentó, "pero gracias a los expertos del Instituto Finaly de Vacunas, con quienes colaboré en el proyecto del neumococo, me administraron la primera dosis de Soberana en julio y recién concluí el esquema".
La doctora admitió sentir miedo de infestar a la familia, pues con ella viven una nieta -de apenas tres años de edad-, dos hijos y su esposo, "sin embargo, el quid está en el cumplimiento de los protocoles higiénicos sanitarios", afirmó.
De acuerdo con la pediatra, usa tres nasobucos, careta permanente, guantes, intenta no tocarse la cara y no ingerir alimentos dentro de la sala, después se quita todo, se baña en el hospital, se cambia de ropa y cuando llega a la casa extrema las medidas.
Graduada del segundo destacamento Carlos J. Finlay en 1989, la doctora Mercedes concluyó su especialidad en Pediatría en 1992, hizo su servicio social en el hospital del municipio de Aguada de Pasajeros y a su regreso se incorporó al HPU, donde actualmente se desempeña como jefa del servicio de Respiratorio.