Juana Aurora Delisle, alfabetizadora de 92 años, calificó la educación cubana como una de las grandes conquistas de la Revolución a defender.
Según refirió a la Agencia Cubana de Noticias, una inmensa vocación por el magisterio la motivó a estudiar en la Escuela Normal para Maestros de Santiago de Cuba, donde conoció a los jóvenes Frank País y José Tey.
Apuntó que con el triunfo de enero de 1959, pudo trabajar en un centro educativo de forma permanente, pues tras graduarse, en 1953, solo laboraba en ocasiones y como suplente.
La pequeña escuela de Santa María de Loreto, en Songo-La Maya, la recibió para enseñar a niños durante el día y campesinos, obreros y amas de casa en las noches, tras el inicio de la histórica Campaña de Alfabetización.
De acuerdo con Delisle, los meses de instrucción a adultos le brindaron grandes experiencias y el agradecimiento por la oportunidad de aprender a leer y escribir la motivó a impartir clases en otros centros rurales.
Significó la contribución en la formación de maestros emergentes, en aras de responder al llamado de la Revolución una vez más, y calificó de enriquecedores los años dedicados a las enseñanzas primaria y secundaria.
Aseveró contar con suficientes fuerzas para continuar la labor al retirarse de las aulas hace más de tres décadas, no obstante su ejemplo constituye guía para antiguos alumnos, hoy docentes, y sus propios hijos, quienes siguieron el camino de la educación.
Respecto a los retos del sector en la actualidad, destacó la importancia del amor y respeto por la profesión, así como la constante preparación y superación, a fin de entender a los estudiantes y satisfacer sus necesidades.
Los profesores constituyen ejemplo dentro y fuera de las aulas, y los debe mover siempre el interés, la disciplina y el apoyo al sistema social socialista, subrayó.
Cuba garantiza el acceso gratuito a la educación en todos sus niveles, así como la formación de profesionales integrales, uno de los principales logros alcanzados y defendidos durante más de seis décadas.