Cuando era niña la cubana Magdalena Virgen Verdecia Rodríguez soñaba ser maestra, pero lo que no figuró en las fantasías de su infancia fue relacionarse un día con hombres y mujeres proyectistas de edificios, viviendas, carreteras… y mucho menos llegar a representarlos durante años en una organización gremial.
Reelecta por tercera ocasión como presidenta de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc) en la provincia de Granma, rememoró su niñez en la Isla, previo al triunfo de la Revolución, y cómo fue configurándose el futuro que nunca imaginó.
Los hijos de familia pobre, pobre… como la mía, en aquel tiempo lo que querían ser era maestros, aseguró en diálogo con la Agencia Cubana de Noticias.
Fuimos en total ocho hijos, seis hembras y dos varones, y nuestros padres, tabaqueros de profesión, laboraban en la casa, ubicada en la ciudad de Jiguaní, cabecera del actual municipio de igual nombre.
En lo que para mí eran paseos, a veces acompañaba a papá en sus recorridos por Baire, Maffo, Contramaestre… para vender los tabacos, contó.
Entonces, como dice la canción, llegó una de “las sorpresas que da la vida”, y al concluir el noveno grado fue seleccionada para aprender dibujo técnico en el Puesto de Mando de la zafra azucarera de 1970 en la antigua provincia de Oriente, el cual se ubicó en la loma de El Yarey, en el mismo Jiguaní.
Allí había arquitectos, ingenieros y estudiantes de dichas especialidades, y al llegar, con 17 años, me pregunté qué hacía en ese lugar yo que no sabía ni qué era un centropen.
Los padres pobres como los míos no compraban centropen a los hijos, ni juguetes sofisticados, solo peloticas, juegos de yaquis y muñequitas baratas, recalcó Verdecia Rodríguez.
Envuelta en el entusiasmo colectivo Magdalena se aclimató pronto al ritmo de trabajo, que iniciaba a las 7.00 de la mañana y no tenía horario de regreso, incluidos sábados y domingos.
Poco tiempo después de concluida aquella histórica zafra, la Dirección de Planificación Física de la Región Bayamo solicitó temporalmente sus servicios y así comenzó a laborar en la ciudad homónima, donde permanecería como proyectista nada más y nada menos que 31 años. Desde esa responsabilidad realizó innumerables trabajos diseminados por las diferentes localidades.
En el nuevo puesto y ya con un hijo pequeño, trabajaba por el día y en las noches iba a la Facultad Obrera, y una vez concluida matriculó la carrera de Ingeniería Agrónoma y Pecuaria, a través del curso por encuentros, en el otrora Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de Bayamo (hoy Universidad de Granma), de donde egresó a punto de nacer su descendiente femenina.
La sobresaliente actuación de Magdalena Virgen en la Unaicc de la provincia empezó como presidenta de la Sociedad de las Geociencias, desde 1997 hasta 2001, año este último en el cual fue electa presidenta de la Junta Directiva en el territorio. Posteriormente resultó reelegida para un segundo período hasta 2012.
Durante ambos mandatos consolidó el quehacer de las comisiones técnicas de calidad, medio ambiente, vivienda y urbanismo, mecánica de suelos e impermeabilización, patrimonio y otras, además de trabajar en varios proyectos de colaboración con organizaciones internacionales.
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Apasionada de la exploración científica, es también extensa su relación de investigaciones, presentadas en 50 eventos nacionales y 30 de carácter internacional, y divulgadas en publicaciones especializadas por todo lo cual fue distinguida como Mejor profesional destacada de Iberoamérica, en 2018.
Aunque se jubiló hace 10 años continúa en activo, “porque amo la Unaicc”, subrayó la Máster en Ciencias que en 2020 recibió el Premio Nacional a la Vida y Obra de la Ingeniería, el más alto estímulo que otorga la organización.