Jorge Wejebe Cobo | Foto: Archivo
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16 Enero 2024

El 16 de enero de 1934, Rubén Martínez Villena perdió su última batalla contra la tuberculosis a la edad de 35 años, con lo cual concluyó  hace 90 abriles la existencia física del destacado dirigente revolucionario e intelectual cubano.

   Al decir de Raúl Roa, su compañero de lucha, "desafió mil veces la muerte y quemó alegremente su vida".

   Poco antes estuvo en un sanatorio del Cáucaso, en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) adonde prácticamente le obligaron a ir sus compañeros del Partido Comunista con la esperanza de que se recuperara de la cruel enfermedad, y aunque los médicos le pronosticaron que no tendría una cura absoluta, le confirmaron que podía alargar la vida con descanso y un tratamiento sistemático en ese lugar.

   Para asombro de los galenos, al conocer el diagnóstico decidió regresar a su convulsa Isla y dedicar sus últimas energías a la causa revolucionaria. Desde el tranquilo centro de salud, de aires limpios, retornó clandestinamente a La Habana de los postreros años de la dictadura de Gerardo Machado.

   En su corta existencia se consagró como un importante  poeta, reconocido por  contemporáneos e intelectuales de generaciones posteriores y distintas filiaciones políticas entre las figuras de la cultura más significativas de esa etapa.

   Su talento le hubiera asegurado una brillante carrera, pero para él estaban por encima de cualquier lauro la lucha revolucionaria y los ideales marxistas leninistas, lo cual reflejó en carta a un colega en la que expresó: “Yo destrozo mis versos, los desprecio, los regalo, los olvido: me interesan tanto como a la mayor parte de nuestros escritores interesa la justicia social”.

   Así, aquel poeta de aspecto frágil y mirada profunda estableció, sin pretenderlo, un ejemplo que trasciende hasta nuestros días del verdadero intelectual comprometido.

   Se inició en la vida política con solo 23 años en 1923, como uno de los protagonistas principales de la Protesta de los Trece, realizada por un grupo de intelectuales que se manifestaron en un acto oficial contra un alto funcionario corrupto del régimen de turno, quien fue interrumpido en su discurso por el joven revolucionario para echarle en cara su falta de autoridad moral.

   Aquel hecho significó la irrupción a la escena política de la nación de una nueva generación, que escenificaría lo que se llamaría el despertar de la conciencia nacional después de casi un cuarto de siglo de creada la seudorrepública.

   Martínez Villena y Julio Antonio Mella radicalizaron en pocos años su pensamiento revolucionario, lo cual los llevó a abrazar la ideología marxista leninista y estar a la vanguardia en el enfrentamiento a Machado desde el Partido Comunista, organizado en 1925.

   Después de su regreso del sanatorio del Cáucaso, el joven poeta desde su lecho de muerte en un hospital antituberculoso en La Habana dirigió, en su condición de líder natural y más capaz del Partido Comunista, la huelga general de agosto de 1933 que conllevó a la derrota de la dictadura machadista.

   Según recuerdos de sus compañeros  en los últimos meses de vida, a pesar de su enfermedad, concibió importantes análisis críticos y proyectos para el movimiento obrero y comunista de la Isla y América Latina, con lo cual hizo una gran contribución a la aplicación creadora del marxismo a las realidades del continente.

   En su poema Mensaje lírico civil afirmó:  “Hace falta una carga para matar bribones/, para acabar la obra de las revoluciones/, para vengar los muertos que padecen ultraje/, para limpiar la costra tenaz del coloniaje/ (…)”.

   Muchos años después, en 1973, el Comandante en Jefe Fidel Castro en su discurso por el aniversario 20 del ataque al Cuartel Moncada, destacó los ideales y la vida de aquel insigne revolucionario, y al recordar sus versos dijo al referirse a Rubén Martínez Villena: “El 26 de Julio era la carga que tú pedías”.