Viñales, un paraíso en el occidente de Cuba

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ACN - Cuba
Evelyn Corbillón Díaz | Rafael Fernández Rosell
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06 Septiembre 2024

A unos 185 kilómetros de La Habana por carretera, Viñales recibe cada año a miles de visitantes nacionales y foráneos interesados por conocer de primera mano sus bellezas naturales, vivir las más diversas aventuras y adentrarse en las tradiciones que definen a ese sitio del occidente cubano.

Sin dudas, el mundialmente conocido Valle de Viñales, declarado Paisaje Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), constituye el principal encanto de la zona debido a sus vistas fascinantes, los valores geológicos, costumbres campesinas y mogotes, estos últimos, montañas que el poeta español Federico García Lorca definiera como elefantes dormidos.

Foto: Rafael Fernández Rosell

Considerada la capital del carso cubano, la región de Viñales- incluye el Parque Nacional Viñales y el área declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad- fue aprobada en 2021 el primer Geoparque Nacional de Cuba, justamente por tratarse de una zona geográfica única y unificada, en la que se gestionan sitios y paisajes de importancia geológica a través de un concepto holístico de protección, educación y desarrollo sostenible.

En Viñales se encuentran el mayor sistema cavernario de la Isla, las formaciones cársicas de mogotes y el límite entre el Cretácico y el Paleógeno donde se extinguió más del 90 por ciento de las especies del planeta, entre ellas los dinosaurios.

Y el registro geológico de ese momento histórico en la evolución del Planeta está allí, según criterio de expertos.

Foto: Rafael Fernández Rosell

En el paseo por Viñales no puede faltar la visita a lugares típicos de la región , como es el caso de la Cueva del Indio, una conjugación perfecta entre aventura, historia e imaginación.

Descubierta en 1920 por un campesino de la zona, un recorrido por ella permite conocer formaciones geológicas y disfrutar de diversas figuras creadas por la roca caliza, que se asemejan a varias ya conocidas.

Pero indiscutiblemente el paseo en bote por el río San Vicente, en el interior de la cueva, es de los momentos más emocionantes.

Parada obligatoria para todo el que llega a Viñales y quiere cambiar su rutina, la Cueva del Indio es una opción elegida por no pocas familias cada calendario, que también aprecian la artesanía local.

Un fresco mágico

Foto: Rafael Fernández Rosell

El Mural de la Prehistoria, considerado uno de los mayores frescos a cielo abierto del mundo, está compuesto por 12 piezas que aluden a la evolución de la vida y el pasado geológico del Valle de Viñales, a partir de materiales fósiles hallados.

Ubicado a unos cuatro kilómetros del poblado cabecera, y alrededor de 30 de la ciudad de Pinar del Río, la pintura fue concebida en el valle Dos Hermanas sobre rocas de formación cársica que datan del periodo Jurásico, en grandes dimensiones (120 metros de alto y 160 de ancho).

De acuerdo con varias fuentes, la idea nació en 1959 cuando el líder cubano Fidel Castro visitó la zona junto a un grupo de artistas, incluido el muralista y científico antillano Leovigildo González, discípulo en su juventud del pintor mexicano Diego Rivera y quien tuvo a su cargo materializar el proyecto y guiar a los campesinos que tras cuatro años de labores convirtieron la piedra en arte.

El joven Freddy, londinense que por tercera ocasión visita Pinar del Río, siempre descubre un nuevo atractivo del Mural cuando lo aprecia.

Foto: Rafael Fernández Rosell

Es un lugar único en este país y en el mundo, y sería injusto tratar de describir con palabras lo que los ojos pueden percibir una vez que estás aquí, aseguró luego de un paseo a caballo por las cercanías de esa obra.

Y es que rodeado de un entorno natural único, el Mural invita al disfrute, incluso a degustar una piña colada, tragos de la coctelería cubana o una comida criolla elaborada en el restaurante a los pies del fresco.  

Amonites, reptiles marinos, mamíferos inmensos y figuras humanas contempla el Mural, cual testigo del paso de los años en la Tierra y en esa porción de Cuba.

Y por si fuera poco, el primero de febrero de 2019 el sitio fue testigo de la caída de fragmentos de meteorito en el municipio de Viñales.

Turismo de bienestar y calidad de vida en el hotel Rancho San Vicente

Foto: Rafael Fernández Rosell

Cuatro son los hoteles con que cuenta Viñales, ubicados en diferentes puntos de su geografía pero siempre con la posibilidad de ser testigos de las joyas naturales que distinguen al destino turístico por excelencia de Pinar del Río.

El primer hotel de la provincia, el Rancho San Vicente, fue inaugurado en 1901 y se prestigia por la presencia a lo largo del tiempo de varias personalidades de la historia y la cultura cubanas y universal, entre ellas Fermín Valdés Domínguez, Ernest Hemingway y Alicia Alonso.

Enclavada en la carretera a Puerto Esperanza, la instalación- que tiene dos partes- posee 72 habitaciones, dos piscinas y variedad de servicios gastronómicos y excursiones. 

Pero el balneario minero- medicinal constituye un plus que llama la atención de no pocos.

Al año 1850 se remontan las historias de los campesinos que visitaban sus baños de aguas milagrosas, que fueron estudiadas por el español doctor en Medicina y Cirugía José Argumosa y Bezanilla.

Un spa permite acercase a las propiedades de estas aguas, que se reconocen como limpiadoras y relajantes de la superficie cutánea, vasodilatadora periférica, antisépticas, antinflamatorias y antiestrés; ideales para artrosis y artritis, psoriasis, inhalaciones en afecciones respiratorias, dermatitis, entre otras.

Foto: Rafael Fernández Rosell

Y en el Rancho San Vicente se suman las opciones de masajes, fangoterapia y servicios médicos, garantizados por profesionales de gran experticia.

En un entorno de total tranquilidad, el hotel es escogido por turistas que muchas veces repiten su visita, atraídos por la calidad de las prestaciones. 

Sin dudas, Viñales sigue siendo la apuesta de miles cada año que prefieren el turismo ecológico y de aventuras, disfrutar de la singularidad de sus encantos y llevar a casa fotografías únicas.

Foto: Rafael Fernández Rosell