Artemisa, 14 nov (ACN) A las 12:00 del día siguiente al paso de Rafael, el Hospital Pediátrico José Ramón Martínez, ubicado en el municipio artemiseño de Guanajay, ya funcionaba como si no hubiera pasado un huracán, gracias al empeño de sus propios trabajadores y el apoyo de la comunidad.
Carlos Manuel Germán Gordillo, director en funciones de esa institución de salud, relató a la ACN cómo encararon el paso del fenómeno meteorológico e incluso confían en mejorar el servicio al concluir la recuperación.
De aquella jornada subrayó que la asumieron con personal médico, de enfermería y de servicio residente en el propio Guanajay, suficiente para garantizar toda la cobertura, resguardar los medios de trabajo y atender a los 30 pacientes que permanecieron allí, incluido un niño en la sala de terapia intensiva.
El pediatra y a la par residente de la especialidad de Administración de Salud, expuso que Rafael desprendió la manta de techo de la cubierta de terapia intensiva, y arrastró consigo el cableado eléctrico y tuberías, como la de gases, lo cual dejó esa sala y la de respiratorio sin cobertura de oxígeno.
Agregó que esa manta golpeó, además, la cristalería de los ventanales de esa sala contigua; por tanto, los pacientes y sus acompañantes fueron trasladados a un refugio más seguro, y quedó solo un niño en la de terapia.
Lo socorrió el equipo de Salvamento y Rescate de Guanajay, sostuvo, y añadió que, a los cinco o diez minutos de activar el consejo de defensa y el puesto de vigilancia, acudieron los bomberos y el Minint: lo evacuaron hacia la dirección del centro, donde continuaron brindándole los mismos cuidados que en su sala.
Germán Gordillo refirió que durante el huracán no se afectó ningún equipamiento profesional y, aunque Rafael los dejó divididos por “islas” eléctricas, en menos de 12 horas la institución estaba energizada por completo, con su propio personal.
Otro tanto contó sobre el agua en abundancia que los trabajadores sacaron: en la mañana solo era preciso secar; el hospital amaneció vital, con los pacientes ya acomodados en sus camas, las dosis de medicamentos en sus horarios, la actualización de historias clínicas y la parte asistencial, médica y de enfermería.
Mencionó la ayuda del preuniversitario República de Indonesia, jóvenes ávidos de recoger escombros y trabajar en cuanto hiciera falta, así como de una brigada de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de Ciencias Médicas, que recibió pacientes en el cuerpo de guardia y contribuyó a limpiar y secar.
El director ponderó las visitas del Ministro de Salud Pública, de asesores del viceprimer ministro y Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, la secretaria general del Sindicato del sector, la primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y personal del ministerio del área de electromedicina, que analizó qué equipos se dañaron o cuáles necesitan para mejorar la asistencia médica.
En correspondencia con ese diagnóstico, les entregaron una impresora para el equipo de ultrasonido y un equipo para monitorear la actividad cardiovascular respiratoria de los pacientes, ambos ya en servicio.
La doctora Yaimet Sánchez Hernández, especialista en terapia intensiva pediátrica, destacó también la labor en esa sala, una de las últimas creadas en el país, con siete años de fundada y un colectivo extremadamente joven, pero capaz de devolver lozanía al pequeño Ángel Jesús González Castillo, rescatado de una deshidratación severa y elementos de sepsis, hoy con mejor peso y sin elementos de gravedad.
Todavía son visibles ciertas afectaciones, pero, al interior, el José Ramón Martínez desapareció a Rafael.