Decisivo fue el empuje de Celia Sánchez Manduley, luego del triunfo de la Revolución cubana el 1 de enero de 1959, para que las familias carboneras de la Ciénaga de Zapata emprendieran el camino hacia la dignificación y mejoría en su calidad de vida.
La heroína de la Sierra Maestra abrazó los proyectos para generar un espacio sociocultural, en el cual se consolidó un fuerte movimiento de artesanía.
En el artículo El corazón cenaguero de Celia, publicado en el suplemento Humedal del Sur, de mayo de 2003, la historiadora Gladys Pérez Rivero explica que la combatiente organizó el primer taller teórico-práctico que permitió a jóvenes del terruño viajar a La Habana para estudiar la cerámica y otras artes plásticas.
Nemesia Rodríguez Montano y su hermana Lucía Rodríguez Montano recibieron el apoyo de ella para salir de Soplillar y beber de la savia de la prestigiosa escultora Rita Longa, que formó a otras mujeres en el oficio del trabajo con el barro, refiere el texto reseñado.
Huella del empeño también resulta "la aldea taína" sobre una isla artificial en la Laguna del Tesoro, proyecto que partió del interés de Celia de construir un conjunto escultórico y de cabañas como símbolo del estilo de vida de las culturas originarias de Cuba.
La obra de más de una veintena de figuras en tamaño natural que refleja a los aborígenes en sus quehaceres cotidianos tiene el sello de Rita Longa, quien apoyó los afanes de la incansable revolucionaria en los talleres de artesanía en Guamá, uno de los centros turísticos más importantes de la provincia de Matanzas.
Según señala la historiadora Pérez Rivero, los antecedentes de los souvenires en el turismo poseen en la Península de Zapata el sello de la heroína, que amplió la variedad de los artículos con la creación de un segundo taller en la comunidad de Cayo Ramona.
De su espíritu renovador y el apoyo de Fidel Castro, líder histórico de la Revolución cubana, surgió la iniciativa de celebrar el Festival del Carbón con el objetivo de preservar la cultura forestal de los cenagueros, jolgorio que según el historiador Julio Antonio Amorín Ponce se constituyó como la actividad cultural más importante por esos parajes.
A la par del desarrollo cultural, Celia promovió prácticas económicas sostenibles, como la pesca controlada y la agricultura, para garantizar el sustento de las familias que, junto al turismo de naturaleza, distinguen al municipio cubano más extenso y menos densamente poblado.
En coherencia con la preservación del ecosistema, la emprendedora cubana apoyó el desarrollo del Parque Nacional Ciénaga de Zapata con infraestructuras que posibilitaron a los visitantes conocer la zona sin dañar su biodiversidad.
Se conservan en el Memorial-Biblioteca aniversario 50 de la cena carbonera con Fidel, fotos de Celia junto al Comandante en Jefe, Antonio Núñez Jiménez y otros revolucionarios que fueron luz para la cultura y el progreso.
Celia Sánchez fue heroína no solo de la Sierra, sino también una revolucionaria del amor y la dignidad en Ciénaga de Zapata; mujer que merece respeto y gratitud eterna por su obra, y por el compromiso humanista mostrado a las familias que, además de los del carbón, se apropiaron de otros saberes para dignificar la vida.