Por Evelyn Corbillón Díaz
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19 Febrero 2019

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  Fue en el año 1896 cuando todo un pueblo, de la provincia más occidental de Cuba, prefirió perder sus viviendas y verlas convertidas en cenizas, para no caer nuevamente en manos del colonialismo español.
   Desde los primeros días del mes de enero las huestes mambisas habían entrado a San Juan y Martínez aprovechando que los españoles se trasladaron hacia Pinar del Río para reforzar ese territorio, amenazado por las tropas de Antonio Maceo.
   Los sanjuaneros, conscientes de las intenciones de los peninsulares de reconquistar el sitio ocupado, no lo pensaron dos veces. Les tocaría entonces asumir el gran sacrificio de entregar sus propiedades antes que verse doblegados por el yugo opresor.
   Ellos se sabían protagonistas de la gesta independista en Cuba y no dudaron en “contagiar” su pueblo con las llamas, como ocurrió aquel 12 de enero de 1869, en Bayamo.
   Solo unas pocas paredes de la iglesia y su campanario quedarían en pie cual testigo irreverente de la quema del poblado de San Juan  y Martínez, aquella madrugada gloriosa del 21 de febrero, pese a que unas 50 yuntas de bueyes tiraron de la edificación.
   Cuentan que desde las seis de la tarde del día 20, los vecinos comenzaron a desalojar sus moradas y fueron evacuados en lugares seguros.
    A la una de la madrugada se inició el fuego, desde el Hoyo de Monterrey hasta el sur, donde avanzaban las fuerzas del teniente coronel Varona.
   La oficina de Correo y Telégrafos, departamentos comerciales y la iglesia, fueron los más afectados por el incendio debido a su enclave en la Calle Real.
   Refieren varios documentos que el Comandante Leopoldo Pérez Rodríguez, quien combatió bajo las órdenes de Maceo, al ver la forma en que ardía su pueblo natal exclamó: “Ofrendemos también a la Patria este Bayamo de Occidente”.
     Muchos pobladores buscaron refugio en bohíos que no fueron arrasados por las llamas, en los alrededores de la Villa, en la Loma de Ratones y en el veguerío de Lagunillas.
   Cada año se celebra en esa fecha el Día de la Dignidad Sanjuanera, momento oportuno para que sus hijos recuerden la hazaña y las nuevas generaciones sepan del valor de aquellos hombres y mujeres humildes, que un día pasaron a la historia por el decoro y la independencia.
   Miles de personas acuden a las calles y las campanas de la iglesia resuenan en señal de anuncio; y nuevamente los “mambises” con antorchas en sus manos viven aquella madrugada gloriosa de la quema de su tierra.